La dimisión del titular de Defensa, Rudolf Scharping, se considera inminente en Alemania y aún dentro de su propio Partido Socialdemócrata (SPD) hay quienes empiezan a creer que el ministro piensa ahora más en vivir su amor por la condesa Kristina Pilati en Mallorca que en las obligaciones de su cargo. «Para ser ministro de Defensa, hay que serlo de todo corazón», dijo una diputada del SPD. El canciller alemán, Gerhard Schroeder, ha salido en respaldo a su ministro de Defensa. «El reglamento del uso de aviones oficiales por parte del ministro se ha respetado. Todo lo demás en este caso pertenece a la vida privada de dos personas adultas que no tiene por qué ser objeto de discusiones políticas», aseguró Schroeder ayer en Berlín.
Todo empezó con una serie de fotografías, tomadas en Mallorca por fotógrafos invitados especialmente por el ministro, aparecidas en la revista «Bunte» en las que se veía a Scharping haciéndole carantoñas a la condesa Pilati en una piscina. Con el envío de soldados alemanes a Macedonia, Scharping viajó a Macedonia, pero no inmediatamente como hizo, por ejemplo, la delegación de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que partió el mismo día que las tropas, sino que regresó a Mallorca para pasar la noche con la condesa y al día siguiente marchó a los Balcanes, y regresó a la isla balear a las pocas horas.
Estos cuatro desplazamientos -el vuelo de ida y vuelta Mallorca-Berlín para el debate y el viaje al día siguiente a Skopje- fueron realizados en aviones del Ejército y la cosa ha costado, según el portavoz de Defensa del grupo parlamentario cristianodemócrata, Paul Breuer, unos 400.000 marcos (200.000 dólares). Pese a que Scharping defiende sus vuelos dentro de lo que está permitido en su cargo, hay quienes aseguran que lo que realmente está haciendo es preparando su salida del Ministerio para después de las elecciones de 2002.