La moción de censura que desbancó a Josep Oliver, el alcalde de Sineu de Unió Mallorquina, gracias al apoyo de una tránsfuga del PP al proyecto de los independientes (entre los que figuran militantes del PSM y del PSOE) marcó el inicio de un claro deterioro de las relaciones entre el partido que lidera Maria Antònia Munar y los demás socios del Pacte de Progrés que gobiernan la Comunitat.
Si antaño la relación personal entre la Munar y el president del Govern, Francesc Antich, era excelente, a día de hoy la relación es mucho más distante y eso, a nadie se le escapa, es algo grave para el correcto desarrollo de ese pacto a varias bandas que sostiene el Ejecutivo de las Islas, lo cual, a la postre, nos incumbe a todos.
Muchos son los acontecimientos que han conducido a esta degradación de las relaciones entre el Pacte y Unió Mallorquina. Primero fue la moratoria urbanística que promovió Maria Antònia Munar con la desconfianza del Govern; después vino la moción de censura de Sineu y más tarde la moratoria que ha aprobado a su vez el Govern de Antich, con el consiguiente malestar de Unió Mallorquina, por meterse en su terreno. Así las cosas, el último capítulo de este enfrentamiento, cada día más abierto, ha tenido lugar en Manacor, donde el alcalde ha destituido a uno de sus concejales, del PSOE, por verter críticas sobre su gestión.
El Pacte de Progrés que sustenta esa Alcaldía tiene que debatir el futuro de la unión, puesto que ha quedado claro que las cosas no van bien. A nivel balear las ejecutivas de los partidos de desligan del rifirrafe por considerarlo adscrito únicamente al ámbito manacorí, pero es un hecho que, atando eslabones, la cadena de la disgregación va creciendo.