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Esperando turno para bailar

Las compañías de danza que trabajan en Mallorca encuentran dificultades para actuar en las salas y teatros de la Isla, y piden más apoyo de las instituciones

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La danza, una de las siete artes que expresan la creatividad humana, es la más olvidada, la menos conocida de todas y la que cuenta con menos espectadores. El bailarín, tanto de técnica clásica como contemporánea, necesita bailar ante el público, objetivo por el que trabaja las siete u ocho horas diarias que le permiten danzar sin aparentar esfuerzo. Dedicarse al baile profesional en Mallorca es complicado porque faltan salas que programen las representaciones de las compañías que actualmente trabajan en la Isla. «Entrar en el Circuito Insular de Teatros del Consell es casi imposible», explica Toni Campins, director de Poliforma; «los exhibidores no te conocen y no te programan, y si no bailas, el público, tampoco... Es un círculo vicioso que habría que romper», dice.

Las pasadas fiestas de Sant Sebastià, quizá, fue el primer paso de presentación de la danza que se hace en Mallorca, y el público que llenó el Teatre Municipal consideró muy satisfactoria la experiencia de ver a cuatro compañías "La Quercia, El Ballet Jove, Poliforma y Carrusel" y de apreciar sus diferentes conceptos sobre el arte y el movimiento. Pero con sólo dos o tres actuaciones al año no es suficiente: «Estamos desesperados porque trabajamos mucho para crear y tenemos muy pocas oportunidades de presentar el trabajo», afirma Laura Girotto, directora de la compañía La Quercia. «Necesitas crear ante el público para experimentar, pues la pieza que bailas empieza a vivir cuando la muestras».

Otro problema es la falta de chicos aficionados al baile, porque todavía hay prejuicios y los padres no son muy proclives a que sus hijos varones se dediquen a bailar, «aunque poco a poco las cosas han ido cambiando y cada vez hay más «Billies Elliot» que se animan. Pero, a pesar de todo, la danza funciona bastante bien porque hay mucho talento en la Isla», opina, más optimista, Rosemary Rehm, directora de Carrusel: «Hace 25 años era peor, y además no había personas formadas para enseñar. Lo malo es que los bailarines tienen que marchar fuera para actuar... y es duro para chicos tan jóvenes dejar a la familia sabiendo que es tan costoso volver con frecuencia. En la Isla sólo puedes dedicarte a esto por gusto. Para sobrevivir hay que actuar en hoteles, casinos, o trabajar en la enseñanza».

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