La auditoría realizada al Parc-BIT pone de manifiesto que los responsables de la empresa realizaron buena parte de las adjudicaciones y licitaciones de obras de forma directa, hasta llegar a los 1.083 millones, sin respetar la celebración de concursos o sin realizar expedientes de contratación. El estudio auditor demuestra además que los antiguos directores de la empresa recurrieron a trucos contables para eludir los mecanismos de control previstos por la ley.
En concreto, la auditoría señala que la empresa recurrió a fraccionar contratos con el fin de que el importe unitario de cada una de las obras fuera inferior a dos millones de pesetas «lo que pone de manifiesto que se ha fraccionado el objeto del contrato con el fin de evitar procedimientos de contratación que requieran publicidad y concurrencia». La auditoría cita como ejemplo 17 fraccionamientos de pago que rondan las 1'9 millones de pesetas cada uno.
De los 60 expedientes auditados, por un valor de 2.372 millones de pesetas, tan sólo ocho (por valor de 886 millones) se hicieron mediante concurso y dos (394 millones) fueron convenios. El resto fueron procedimientos negociados o sin ningún tipo de procedimiento, lo que significa que la empresa adjudicó obras directas por valor de esos 1.083 millones. 620 fueron para la empresa de Richard Rogers.
La auditoría señala además el desastre que supuso la participación financiera en una serie de animación en la empresa Artbit. La participación fue de 49'8 millones de pesetas y esta cantidad fue finalmente perdida dado que la empresa de animación abandonó las instalaciones del vivero del Parc-BIT y cesó en su actividad de animación. «Ateniendo a los estatutos vigentes, la actividad que llevó a cabo Parc-BIT mediante esta aportación a la financiación de un proyecto de animación no se encuentra dentro del objeto social de la empresa auditada», señala la auditoría.