Las personas que acudieron hasta la plaza de Cort para celebrar el pasado domingo el cambio de año, siglo y milenio se sintieron algo decepcionadas cuando, al llegar la medianoche, las campanadas de En Figuera no se escucharon con la rotundidad y nitidez esperadas. El reloj del Ajuntament funcionó bien, como siempre, el problema de la falta de una sonoridad adecuada fue debido a causas ajenas a En Figuera. Según se informó desde Cort, cada año, al llegar Nochevieja, se sitúan unos micrófonos y unos amplificadores cerca de las campanas de Cort, para que se puedan escuchar perfectamente llegado el momento. Este año se cambió el sistema que se utilizaba regularmente, pero la intención era la misma, que las campanadas se escuchasen lo mejor posible.
Algo parecido ocurrió en Manacor, cuando un buen grupo de asistentes a la fiesta de fin de año no oyó las doce campanadas. Sucedió a los que estaban en la plaza Weyler y la plaza Rector Rubí, que tuvieron que comer las uvas a destiempo, mientras que el presentador de la velada empezó a contar las campanadas cuando ya habían sonado.
No obstante, la fiesta contó con gran éxito puesto que participaron alrededor de unas 2.000 personas y se trató de una primera experiencia. Estas deficiencias serán subsanadas el año que viene mediante un altavoz, puesto que en otras partes de la población las campanadas se oyeron perfectamente.
El otro fallo de la noche se produjo en los móviles. Miles de personas "más de 100.000, según Telefónica" querían felicitar a sus seres queridos tras el tránsito al nuevo milenio y se encontraron con una red sobresaturada que no daba abasto. Esta situación ha sido denunciada por José Reguera, presidente de la Unió de Consumidors de les Balears, que aseguró que «tenemos una infraestructura telefónica tercermundista».