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PATRIMONIO

¿Qué hace un hórreo del siglo XVII a las afueras de Palma?

La emblemática construcción fue cedida por el Principado al por entonces Centro Asturiano de Mallorca y hoy ocupa parte de una propiedad privada en sa Casa Blanca

Imagen del horreo levantado en unos terrenos de las afueras de sa Casa Blanca.

| Palma |

Algunos pasajeros de los miles que diariamente aterrizan en el aeropuerto de Son Sant Joan puede que se hayan percatado de una singular construcción que lleva décadas instalada en un lugar del Pla de Sant Jordi, en las afueras de la barriada palmesana de sa Casa Blanca. Camuflado entre las diferentes casas de campo y los pocos molinos en activo en el presente, se levanta solemne un tradicional hórreo asturiano.

En la actualidad, esa construcción típica del norte de España -Galicia y Asturias, principalmente- y destinada a almacenar y conservar los alimentos lejos de la humedad y de los animales o roedores, por lo que se alza sobre cuatro pilares sobre el suelo, forma parte de una propiedad privada en uno de los caminos perpendiculares a lo que fue el trazado de la vieja carretera de Manacor a su paso por sa Casa Blanca.

Allí, hace décadas se encontraba el Centro Asturiano de Mallorca, un punto de encuentro para residentes en la Isla que nacieron en el Principado y emigraron con diferentes finalidades personales o profesionales. Durante unos años, aquella sociedad gestionó, además de la entidad como tal, un bar-restaurante especializado en cocina asturiana, introduciendo a principios de los 90 los tan conocidos 'cachopos', entre otros platos de aquella comunidad.

Una placa sigue recordando que ese hórreo, que es propiedad del Principado de Asturias, data del siglo XVII y es originario del Valle de Tamón, en el Concejo de Corvera. Desde allí, se trajo a Mallorca desmontado y con sus piezas numeradas para ser montado en la Isla por técnicos especialistas. Esta construcción fue cedida por la Consejería de Cultura del Principado al Centro Asturiano de Mallorca, presidido por entonces por César M. Peláez Nava.

Tras la desaparición de esa entidad y su marcha de la que fue su sede en sa Casa Blanca, el hórreo quedó allí como recuerdo de aquella etapa, resistiendo al paso del tiempo y los años en base a la robustez de sus materiales originales.

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