El frío y la insistente lluvia no fueron impedimento para que la ciudad de Inca viviese con gran intensidad la «revetla» previa al Dijous Bo, conocida como el Dimecres Bo. El mal tiempo hizo peligrar hasta última hora la celebración de la nit de foc , que pasada la medianoche encendió los ánimos del gentío que se congregó en la plaza de Antoni Fluxà.
Los demonios danzaron con los jóvenes al ritmo de los infernales tambores mientras esgrimían sus antorchas pirotécnicas con las que repartieron las chispas de un fuego mágico que abrió una de las noches más largas de Inca.
La mayoría de los bares había montado las típicas barras en la calle, que en algunos casos quedaron desiertas a causa de la lluvia. Los empresarios más previsores habían montado unas grandes carpas, sobre todo en la calle de es Born, donde se apretujó una multitud de jóvenes que lejos de amilanarse con el frío se animó con la música y las copas. La fiesta se alargó hasta salir el sol, cuando los últimos rezagados se confundían con los primeros vendedores que montaban sus tenderetes. Afortunadamente, la Policía Local informó que no se registró ningún incidente destacable.