La mayoría de los torrentes de Mallorca están repletos de porquería. Basta ver lo que sucede cuando caen cuatro gotas de nada, que la tenue corriente arrastra hasta el mar lo más frágil del estercolero. Y cuando diluvia, de lo cual ya nos estamos olvidando en esta isla, llega todo lo demás: viejas neveras, tapas de váter, estufas herrumbrosas y troncos, entre otros desperdicios, lo cual ocasiona, en algunos casos, problemas, y en algunos muy concretos, tragedias. Recordemos, si no, cómo estaban los torrentes de la Isla en el diluvio del otoño del 89. Pues suponemos que como están ahora.
Hasta ayer, por ejemplo, daba verguenza ver "y oler" el estado del torrente de s'Arenal, el que separa el territorio palmesano del término de Llucmajor. Casulamente, tras hacer las fotos, encontré a Rabasco y se lo conté. Una hora después, el torrente estaba limpio. Lo malo es que eso sucede cuando lo denuncia la prensa. A lo mejor lo denuncia el vecino y ni caso. «Al torrente debemos limpiarlo entre todos, a medias entre Palma y nosotros "señaló el edil lucmajorer", lo que pasa es que ellos nunca lo limpian. Aparte "apostilló", hoy estaba previsto limpiarlo». ¿Se tiró un farol?
Tampoco estaría de más pasar la escoba por el torrente que desemboca en la playa de Cala Major y, de paso, retirar la enorme rama caída hace medio año que yace sobre el cauce.