El ministro de Defensa, Eduardo Serra, su esposa y un matrimonio amigo llegaron ayer a Palma dispuestos a iniciar unas vacaciones lejos de los problemas cotidianos. Al menos él, según confesó.
Sobre las dos de la tarde aparecieron por el Club de Mar, en cuyo restaurante "primera planta, no piscina, lejos del chapoteo del agua" almorzaron. Y bien, y a gusto, a tenor del tiempo que estuvieron, pues no abandonaron el establecimiento hasta pasadas las cuatro y media de la tarde. Mientras tanto, una escolta de tres hombres se había quedado cerca de los coches, aparcados a no mucha distancia del restaurante.
El ministro, que vestía muy de sport, no quiso para nada hablar del último conflicto ocurrido en Europa, la guerra de Kosovo, no tuvo ningún inconveniente en hablar de las vacaciones que iba a comenzar a poco que nos lograran perder de vista, a bordo de un precioso velero, el «Arrayan», de color azul, amarrado en el último pantalán del puerto deportivo.
Aunque reconoció que se había traído unos pocos deberes "y el móvil también" nos dijo que en principio su intención era la de no leer sobre temas de actualidad y salir de Madrid. Esto último lo había conseguido, pues estaba en Palma, lo primero estaba por ver, aunque se supone que lo conseguiría si lograba enfrascarse de lleno en la lectura del libro que llevaba consigo, «España en su historia», de Américo Castro.
Por lo demás, dijo que en las vacaciones iban a navegar a tope y a toda vela, «recorriendo el litoral de la isla, tratando de descubrir nuevas calas, visitando las más bellas que ya conocemos y, quién sabe, a lo mejor vamos a Menorca o a Ibiza».
"¿Entonces, hay posibilidades de que se encuentre en el mar con Aznar y Matutes?
"Podría ser, aunque en principio no hay nada al respecto. Si nos encontramos, pues muy bien, si no, no pasa nada.