Tras un reinado tan largo como el de Isabel II, su hijo, el rey Carlos III, tiene que acometer numerosos cambios y ciertas reorganizaciones en la casa real, sobre todo en cuanto a títulos se refiere. Con la muerte de su padre, el príncipe Felipe, el título de duque de Edimburgo fue asumido por la reina viuda, pero tras el fallecimiento de esta el pasado mes de septiembre, queda vacante.
Todos los expertos en la familia real británica daban por hecho que en cuanto falleciera Isabel II, el ducado de Edimburgo recaería sobre su hijo menor, el príncipe Eduardo, pero al poco de acceder al trono Carlos III, se filtró que el nuevo monarca quería concederle el título a su nieta Charlotte, la segunda hija del príncipe Guillermo y Kate Middleton.
Pero ahora, la prensa inglesa informa de que el rey ha cambiado de opinión y va a concederle, finalmente, el título a su hermano Eduardo. Este cambio de opinión es parte del esfuerzo del nuevo rey por hacer las paces con su hermano menor, dice el Mirror. Fuentes cercanas a Eduardo explicaron que la noticia de que el ducado no iba a ser para él le sentó «como una bofetada», "porque la reina le había prometido el título antes de morir y Eduardo y Sophie (su esposa) siempre creyeron que, con el tiempo, el título pasaría a su hijo, el vizconde Severn (James, de 15 años)".
"Ahora parece que la marea está cambiando. Claramente, el rey ha tenido tiempo de reflexionar sobre los deseos de la difunta reina", dice la misma fuente. Históricamente, el título de duque de Edimburgo ha sido importante para el mantenimiento de la unión entre Inglaterra y Escocia, que en la actualidad se enfrenta desafíos cada vez mayores.