Rusia ha acusado este miércoles a Estados Unidos de llevar a cabo un programa biológico militar desarrollado en secreto en Ucrania, una acusación que Washington rechazó como una desinformación «absurda», y que según el Kremlin habría llevado a la administración americana a almacenar en esas dependencias patógenos mortales como la peste y el ántrax.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, ha sido la encargada de lanzar esta dura acusación, e incidió en que las pruebas del supuesto programa fueron descubiertas por Rusia durante la invasión, lo que el establishment llama operación militar especial, y según Zakharova existe documentación que acreditaría este extremo.
Por su parte un portavoz de la presidencia ucraniana ha rechazado las acusaciones. En respuesta a anteriores acusaciones rusas sobre un posible programa biológico militar de los americanos en Ucrania, un portavoz del Pentágono dijo el martes que «esta absurda desinformación rusa es evidentemente falsa».
Zakharova ha afirmado que Rusia posee documentos que demuestran que el Ministerio de Sanidad ucraniano ordenó la destrucción de muestras de peste, cólera, ántrax y otros patógenos después del 24 de febrero. «Ya podemos concluir que en los laboratorios biológicos ucranianos, situados en las proximidades del territorio de nuestro país, se estaba llevando a cabo el desarrollo de componentes de armas biológicas», afirmó. Sin embargo, las agencias de noticias que trabajan sobre el terreno, como Reuters, apuntan que es imposible confirmar de forma independiente la autenticidad de dichos documentos.
Asimismo, la portavoz rusa dejó claro que el supuesto programa militar fue financiado por el Pentágono. «No estamos hablando aquí de usos pacíficos ni de objetivos científicos», indicó. El gobierno del presidente Joe Biden debe explicar al mundo «oficialmente, no a través de cabezas parlantes» los programas en Ucrania, afirmó, agregando que «exigimos detalles».
Zakharova dijo que no está claro si los supuestos materiales fueron destruidos y se preguntó si habían caído en manos de extremistas o nacionalistas, el término que utiliza Rusia para designar genéricamente a quienes se oponen a su intervención armada sobre el terreno. A pesar de la espectacularidad de la puesta en escena y las declaraciones categóricas no es la primera vez que la administración Putin ventila insinuaciones en esta línea.
De hecho su régimen lleva varios años haciendo acusaciones sobre la colaboración de Estados Unidos con laboratorios ucranianos para desarrollar armas biológicas, acusaciones que aumentaron a raíz de la pandemia de coronavirus y de la profusión cada vez más intensa de teorías de la conspiración sobre el origen del virus que ha puesto en vilo a todo el mundo los últimos dos años.
Sin embargo, tanto Estados Unidos como Ucrania han negado de manera sistemática estos extremos. Ambos Estados colaboran desde los años 90 en el marco de un acuerdo internacional para reducir la amenaza de las armas de destrucción masiva tras el fin de la Unión Soviética. Desde 2005 también colaboran en la prevención de brotes de enfermedades infecciosas, incluyendo la investigación de vacunas. Además, existen laboratorios de salud pública en Ucrania, como en la mayoría de países del mundo, que investigan enfermedades peligrosas que afectan tanto a los animales como a los seres humanos para comprender mejor cómo mitigar esas amenazas.