En un vídeo publicado en Internet este pasado lunes, el bloguero bielorruso Roman Protasevich, detenido cuando un avión de Ryanair fue obligado a aterrizar en Minsk, dijo que se encontraba con buena salud y reconoce haber desempeñado un papel en la organización de protestas masivas en Minsk el año pasado.
Los aliados del periodista desestimaron de inmediato sus comentarios, considerando que habían sido realizados bajo presión.
«Así es como se ve Raman bajo presión física y moral. Exijo la liberación inmediata de Raman y de todos los presos políticos», escribió en Twitter la líder de la oposición bielorrusa, Sviatlana Thiskanouskaya, en inglés, pero utilizando la ortografía bielorrusa de su nombre.
En el vídeo que apareció en varios canales de la aplicación de mensajería Telegram, Protasevich, vestido con una sudadera oscura y con las manos fuertemente cerradas delante de él, dice que se encuentra en un centro de detención preventiva en Minsk y niega tener problemas cardíacos, según medios de comunicación.
También parecía tener una pequeña mancha negra en la frente.
Por su parte, el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, y el ministro de Exteriores del país, Gabrielius Landsbergis, han alertado de que el vídeo podría haber sido «obtenido mediante torturas» durante su detención tras el aterrizaje forzoso en Minsk del avión en el que viajaba.
Aiste Skaisgiryte, principal asesora en materia de exteriores del presidente lituano, ha indicado a su vez que la «confesión» del activista» ha sido «claramente forzada», según informaciones de la agencia LRT. «Sabiendo cómo son sonsacadas la mayoría de confesiones, no compramos la versión oficial», ha dicho antes de matizar que «el opositor está vivo» y eso son «buenas noticias».
El ministro de Exteriores, por su parte, ha señalado que el vídeo podría haber sido obtenido mediante el uso de «la fuerza, la tortura y la violencia» para lograr que Protasevich dijera «esas palabras». «Podemos ver que en su rostro hay abrasiones, lo cual es sospechoso», ha matizado.
El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, de 66 años, se ha enfrentado al mayor desafío de sus casi 27 años de gobierno por parte de manifestantes que salieron a la calle después de que fue declarado ganador de unas elecciones el año pasado que, según los opositores, estuvieron amañadas.
Unas 35.000 personas han sido detenidas desde el inicio de las manifestaciones regulares en agosto de 2020. Lukashenko niega el fraude electoral y ha acusado a Occidente de patrocinar las protestas.