La empresa aeronáutica Boeing se enfrenta a una grave crisis tras el accidente de uno de sus modelos, el 737 Max 8, el pasado domingo en Etiopía, que le puede hacer perder en bolsa casi 30.000 millones de dólares en dos días, tras las prohibiciones de este modelo en Europa y el resto del mundo.
Tras el siniestro, que dejó 157 muertos, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) ha prohibido este martes que el modelo 737 MAX 8 opere en el continente europeo, sumándose a la veintena de países y a la treintena de aerolíneas de todo el mundo que han suspendido los vuelos con ese aparato.
La autoridad de aviación de EE.UU. (FAA, en inglés), que certifica la seguridad de los aviones, considera los Boeing 737 MAX «aeronavegables» hasta nuevo aviso, a la vez que colabora en la investigación de las causas del accidente, del que se ha recuperado ya la caja negra, si bien tomará medidas si identifica problemas.
No obstante, la FAA reconoció que «informes externos están dibujando similitudes entre este accidente y el vuelo Lion Air 610 accidentado -en Indonesia- el 29 de octubre de 2018», en el que la caja negra indicó un fallo en el sistema automático.
Boeing anunció este martes que ha estado desarrollando desde ese anterior accidente, donde fallecieron 189 personas, una actualización de su software de control del vuelo para «hacer aún más seguras» sus naves de la gama 737 MAX, la más vendida, de la que el MAX 8 es la versión más desarrollada.
Aplicará esas mejoras, que afectan al polémico «ángulo de ataque» del avión, «en las próximas semanas», mientras que la FAA exigirá cumplirlas mediante una normativa antes del mes de abril, de acuerdo a una nota de prensa enviada este martes por la compañía de Chicago (Illinois).
Entretanto, Boeing sufre a nivel bursátil un castigo de dos días como no ha visto en 10 años: el lunes perdió casi 13.000 millones de dólares y este martes va por el mismo camino, con un retroceso del 7,08 % dos horas antes de que cierre Wall Street, lo que implica un recorte de capital de 16.000 millones.
Las pérdidas de Boeing se aceleraron a media sesión, después de que el presidente Donald Trump se pronunciara de forma crítica contra la empresa, acusándola de hacer aviones «demasiado complicados de manejar», y abogando por naves «más simples» que no requieran a «Albert Einstein» como piloto.
«No se necesitan ya pilotos, sino más bien científicos informáticos del MIT», dijo Trump en Twitter en referencia al prestigioso Massachusetts Institute of Technology, para añadir que «siempre se busca ir un innecesario paso por delante, cuando a menudo antiguo y simple es mucho mejor».
Ante el segundo accidente de un Boeing 737 MAX 8 en apenas medio año, la lista de países que han ordenado suspender los vuelos con ese modelo en su espacio aéreo no ha hecho más que alargarse, partiendo de China, Mongolia e Indonesia, que lo decidieron este lunes, a las mayores economías europeas, este martes.
Reino Unido, Alemania, Francia e Italia dieron el paso horas antes de que se pronunciara la EASA, instancia superior, con una «medida preventiva», y también lo han hecho la mayor touroperadora mundial, TUI, y países como Irlanda, Australia, Singapur, Malasia y Omán.
Por su parte, una treintena de aerolíneas de todo el mundo han suspendido los vuelos con ese modelo, entre ellas Ethiopian Airlines, Norwegian, Aerolíneas Argentinas, Aeroméxico, la brasileña Golo, la india Jet Airways, la surcoreana Eastar Jet, Cayman Airlines o Royal Air Maroc.
Mientras tanto, la inquietud de los pasajeros por subirse a este tipo de avión se ha extendido a las tripulaciones, cuya asociación profesional en EE.UU. ha pedido a American Airlines, la mayor aerolínea del país, a sumarse a la suspensión pese al mensaje de tranquilidad de las autoridades.
«Muchas aerolíneas respetadas están suspendiendo los aviones. Pedimos a nuestro principal ejecutivo, Doug Parker, que considere con firmeza suspenderlos hasta que se haga una investigación exhaustiva», dice el sindicato, que anuncia que «los asistentes de vuelo no serán forzados a volar si se sienten inseguros».