El príncipe Enrique, nieto de la reina Isabel II, ha confesado que uno de los momentos más difíciles de la muerte de su madre, Diana de Gales, «fue aceptar que los fotógrafos tomaron instantáneas en el lugar del accidente cuando ella se estaba muriendo en el asiento trasero del coche».
«Ella había sufrido una lesión grave en la cabeza, pero estaba viva en el asiento trasero, y aquellas personas que causaron el accidente, en vez de ayudar, estaban tomando fotografías de su muerte», señaló Harry para el documental de la BBC «Diana, 7 days» ("Diana, 7 días"), que será emitido este fin de semana.
Con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de la princesa en París, que se cumple el próximo día 31, sus hijos, los príncipes Enrique y Guillermo, han hablado abiertamente de sus sentimientos acerca de los acontecimientos ocurridos en torno a la tragedia.
La princesa Diana murió en un accidente de tráfico el 31 de agosto de 1997, después de que el coche en el que viajaba se estrellara contra una columna del puente del Alma en París.
Una investigación posterior culpó al conductor Henri Paul del accidente por estar bajo los efectos del alcohol, y hubo críticas contra los «paparazzis» que persiguieron al coche por el túnel para conseguir imágenes de la princesa y su novio, Dodi Al Fayed, que también perdió la vida en el accidente.
A pesar de los momentos difíciles que vivió tras la muerte de su madre, Enrique -que tenía entonces 12 años- recalcó que «mirando atrás» está «contento» de haber caminado detrás de su ataúd el día del funeral, celebrado el 6 de septiembre de 1997 en Londres, aunque duda de que un niño hoy en día lo tuviese que hacer.
Además, el príncipe agradeció a su padre por la forma en la que se ocupó de él y de su hermano después de la muerte de Diana.
«Una de las cosas más difíciles que un padre tiene que hacer es decirle a sus hijos que su madre ha muerto», dijo el príncipe.
Por su parte, el duque de Cambridge sostuvo que participar en el funeral de su madre «fue uno de los momento más difíciles» que ha vivido y recordó que durante la procesión no podía dejar de mirar hacia el suelo, intentando taparse la cara con el flequillo.
El duque de Cambridge dijo que la decisión no fue sencilla, sino que fue «una decisión familiar y algo que debían hacer», pero en aquel momento «solo quería ir a llorar a una habitación».
En el cortejo fúnebre que recorrió Londres hace ya 20 años, Guillermo y Enrique estuvieron acompañados por su padre, el príncipe de Gales, por su abuelo, el Duque de Edimburgo, y por su tío materno, el conde Spencer, quien describió recientemente que incluir a los jóvenes en la procesión fue «bizarro y cruel».