Varios países árabes, con Arabia Saudí y Egipto a la cabeza, han decidido poner fin a las relaciones con Catar, país que acusan de apoyar el «terrorismo» y de socavar la estabilidad de la región de Oriente Medio.
Pocas horas después de una reunión en El Cairo entre los ministros de Asuntos Exteriores de Egipto, Sameh Shukri, y su homólogo saudí, Adel al Yubeir, fue anunciado el corte de los lazos diplomáticos entre ambos países con Catar.
Riad tomó esta decisión, según un comunicado reproducido por su agencia oficial de noticias, SPA, por las «violaciones graves de las autoridades de Doha, en privado y en público, en los últimos años con el fin de romper la unidad interna saudí».
Así como por «incitar al abandono del estado, poner en peligro su soberanía y la adopción de organizaciones terroristas (...), entre ellas los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico y Al Qaeda».
El ultraconservador reino acusó también a Doha de respaldar a Irán en su apoyo a los «grupos terroristas» en la provincia de mayoría chií saudí de Qatif, así como en Baréin, además de apoyar a los rebeldes hutíes del Yemen.
El Cairo, por su parte, también indicó que el emirato de Catar apoya «las operaciones terroristas en el Sinaí (noreste)» y que interviene «en los asuntos internos de Egipto y los países de la región de manera que amenaza la seguridad nacional árabe y favorece las diferencias dentro de las sociedades árabes».
Tras el comunicado, la alianza árabe encabezada por Arabia Saudí que combate en el Yemen junto al exiliado presidente Abdo Rabu Mansur Hadi ha anunciado la expulsión de Catar de la coalición, según una nota difundida también por la agencia SPA.
Después de esta decisión, otros países árabes de la región han comenzado a unirse al reino saudí y Egipto, como Baréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el Gobierno yemení reconocido internacionalmente.
Dichos países han seguido la línea de los países precursores de esta postura con el objetivo de que Catar no siga financiando y «sembrando el terror» con su apoyo a las organizaciones «terroristas».
Catar solo linda con Arabia Saudí y este país ha cerrado su frontera terrestre, mientras que los demás países, que se han adscrito a la decisión del reino ultraconservador, han decidido retirar sus misiones diplomáticas.
Estos Estados han dado un lapso de 48 horas para que los trabajadores de las embajadas cataríes abandonen los países que se han sumado a la decisión.
Ante estas acusaciones, Catar ha respondido que esta decisión se fundamenta en «calumnias» y «que no se sostienen sobre ninguna evidencia"
Los países árabes han culpado al reino del Golfo de «socavar la estabilidad» y de no cumplir con los acuerdos entre los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que está compuesto por EAU Kuwait, Catar, Omán, Baréin y Arabia Saudí.
A lo que Catar ha replicado que es «un miembro activo» del CCG, y que está «comprometido con sus acuerdos, respeta la soberanía de otros países y no interviene en asuntos internos».
En el marco de esta crisis, varios países se han pronunciado al respecto, como Estados Unidos, que ha ofrecido la mediación entre los Estados árabes para que resuelvan sus diferencias y preserven la unidad.
El mismo punto que destacó China, que espera que esos países «se mantengan unidos para promover conjuntamente la paz y la estabilidad regionales».
Por la situación, Turquía lamentó que se rompa la unidad de los países del Golfo, e insistió en que debe continuar el diálogo para que «los problemas puedan resolverse de forma pacífica».
Por su parte, Rusia consideró que esta postura es un «asunto interno» en la región y confió en que no afecte a la lucha contra el terrorismo.
Una vez tomada esta postura, diferentes aerolíneas de los países árabes, como Etihad Airways -de EAU- o Gulf Air -de Baréin- han decidido suspender todos sus vuelos a partir de mañana a Catar, país que ha visto cómo su bolsa ha caído casi un 8 por ciento a su apertura.