Numerosos residentes de Manbij, ciudad siria liberada el pasado fin de semana de la tiranía del autoproclamado Estado Islámico (EI) por parte de los rebeldes de las Fuerzas Democráticas de Siria y de las tropas kurdas de Rojava, salieron a las calles medio derruidas a festejar el fin de los dos años de oscuridad que ha supuesto el dominio de los terroristas de negro.
En imágenes difundidas a través de medios de comunicación internacionales y redes sociales se puede apreciar a supervivientes de la barbarie yihadista, que habían sido usados como escudos humanos, cortándose barbas o fumando cigarrillos, prácticas que hasta hace poco no les eran permitidas.
También algunas mujeres quemaron en plena calle los niqabs que sus captores les obligaban a vestir, como gesto de júbilo y liberación.
La ciudad había sido blanco de una gran ofensiva por parte de la alianza entre los combatientes kurdos y de los opositores al régimen de Bashar al Assad, apoyados por los bombardeos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
El objetivo era hacer retroceder a los terroristas del EI y cortar sus vías de suministro procedentes de la frontera con Turquía.