Al menos nueve palestinos perdieron la vida este sábado en nuevos bombardeos israelíes, ocurridos al tiempo que Egipto volvía a pedir a ambos contendientes regresar a la mesa de diálogo en El Cairo para negociar un alto el fuego permanente.
El llamamiento fue revelado en la capital egipcia por el presidente palestino, Mahmud Abás, quien también pidió la reanudación de las negociaciones indirectas «lo antes posible para evitar que haya más víctimas».
Poco después, el Ministerio egipcio de Exteriores emitió un comunicado en el que instaba a todas las partes a aceptar «un alto el fuego permanente» y a reanudar las negociaciones indirectas en El Cairo.
La nota no fijó una fecha de convocatoria del encuentro, y se limitó a asegurar que en el mismo se abordarían todos los «asuntos pendientes» que llevaron el pasado martes a la ruptura de la tregua previa.
El retorno a la negociación también fue exigido por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien este sábado dialogó por teléfono con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Según la oficina de prensa de Ban, el secretario general de la ONU y el jefe del gobierno israelí hablaron sobre «la necesidad de que todas las partes vuelvan a la mesa de negociaciones para un alto el fuego bajo los auspicios de Egipto».
La ONU está dispuesta a «apoyar cualquier acuerdo que las partes puedan alcanzar», agregó Ban, quien insistió en la importancia de que este alto el fuego duradero allane la reanudación de las negociaciones para llegar a una solución global del conflicto sobre la base de los dos Estados.
Hamás, por su parte, volvió a insistir en que está dispuesto a estudiar toda propuesta que se presente pero que no aceptará acuerdo alguno que no incluya todas sus demandas, en particular que el cese de las hostilidades coincida con el levantamiento del asedio militar y el bloqueo económico a la Franja.
«Hamás apoya y estudiará cualquier movimiento genuino que garantice la consecución de los de las demandas y las propuestas del movimiento», subrayó su portavoz en Haza, Sami Abu Zuhri, en un breve comunicado.
Israel, donde crecen las iniciativas en favor de la paz, no ha reaccionado aún a la propuesta.
Cientos de supervivientes y familiares de víctimas y supervivientes judíos del Holocausto nazi firmaron hoy una carta en la que condenaron «la masacre de palestinos en Gaza» y pidieron el boicot al Estado de Israel.
La misiva, publicada como anuncio en el diario The New York Times, denunciaba, además, la ayuda y protección que Estados Unidos y los países occidentales dan a Israel.
«El genocidio comienza con el silencio del mundo», subrayó la carta.
«Como judíos supervivientes y descendientes de supervivientes y víctimas del genocidio nazi, inequívocamente condenamos la matanza de palestinos en Gaza y la ocupación y colonización actual de la Palestina histórica», dice la carta.
Los combates entre las milicias palestinas e Israel se reanudaron el pasado martes en medio de acusaciones mutuas de haber roto la tregua que hasta entonces permitía a los políticos negociar.
Desde entonces, más de medio centenar de palestinos han muerto en bombardeos israelíes y un niño israelí ha perdido la vida a causa del impacto de un mortero palestino lanzado desde la Franja.
Hoy mismo, otros nueve palestinos, entre ellos un menor, perecieron en ataques israelíes contra edificios en toda la Franja.
Los más de 3.000 cohetes lanzados por las milicias palestinas durante los 42 días de conflicto han causado la muerte a dos civiles israelíes, uno de ellos el citado menor, un beduino y un trabajador asiático.
Además, más de 450.000 personas -una cuarta parte de la población israelí- viven desplazadas forzosas por los ataques, tanto en escuelas de la ONU como en hospitales u otras áreas consideradas seguras.
Según datos de la oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA), 279.389 personas están alojadas en las 83 escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) habilitadas por la ONU.
Asimismo, calcula que 137.411 no se han registrado como desplazados, ya que habitan en casas de familiares o en jardines de los hospitales.
La UNRWA advirtió, igualmente, del creciente número de trastornos psíquicos a causa de la guerra, y de las dificultades para proveer de alimentos «a una cifra de desplazados internos que buscan refugio sin precedentes en la historia de la agencia».