Los líderes prorrusos en Crimea realizaban ayer los preparativos finales para un referéndum que se espera que transfiera a Moscú el control de la península ucraniana del Mar Negro, pese a la amenaza de sanciones y a la condena de los gobiernos occidentales.
Rusia vetó también ayer una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que declaró que la consulta era inválida, mientras el Ministerio de Defensa de Ucrania dijo que había ordenado el despegue de aviones y paracaidistas por si tuviera que enfrentarse a las tropas rusas «más allá del límite regional de Crimea».
Los nuevos líderes de Ucrania, en funciones, acusaron a «agentes del Kremlin» de fomentar la violencia en el este rusoparlante del país e instaron a los ciudadanos a no responder «a las provocaciones», que Kiev estima que Moscú podría usar «para justificar nuevas incursiones en su invasión de Crimea».
Economía y política
Por su parte varios dirigentes políticos de Rusia manifestaron que su país estaba listo «para proteger a los ucranianos de militantes nacionalistas que afirmó que estaban amenazando a las ciudades del este».
La votación que se realizará hoy, y que tanto el gobierno provisional de Ucrania como los gobiernos occidentales consideran ilegal, ha desencadenado la peor crisis entre oriente y occidente desde la Guerra Fría y ha elevado la tensión no sólo en Crimea, sino también en el este de Ucrania, donde dos personas murieron el viernes por la noche en enfrentamientos callejeros.
Se espera que la mayoría de los 1,5 millones de electores crimeos elija unirse a Rusia. Para muchos de ellos, con independencia de su cultura rusa o ucraniana, la elección es tan económica como política. La crisis en Ucrania comenzó en noviembre cuando el destituido presidente prorruso Yanukovich abandonó un pacto de libre comercio con la UE a cambio de vínculos más cercanos con Rusia.