Decenas de miles de personas (50.000, según los organizadores y 3.000, según las autoridades rusas) salieron este sábado a las calles de Moscú para protestar contra lo que llaman «agresión del Kremlin» contra Ucrania por la intervención de las tropas rusas en la separatista república ucraniana de Crimea.
Los manifestantes, que portaban globos y banderas con los colores de Rusia y Ucrania y rótulos con consignas contra el presidente ruso, Vladímir Putin, inundaron los céntricos bulevares de la capital rusa para exigir «evitar a cualquier precio una guerra con el pueblo hermano de Ucrania».
Los activistas corearon «¡Fuera Putin!», «¡No a la guerra!» «¡Rusia será libre!» mientras marchaban tras pancartas que decían «Por Rusia y Ucrania sin Putin», «Putin a la cárcel» y «Nuestro enemigo está en el Kremlin».
«Todos han salido a la calle puesto que nuestro país atacó a la hermana Ucrania», dijo a Efe Iván, un activista.
Agregó: «Tengo muchos amigos en Ucrania. Tengo muchos amigos en Rusia. No quiero que los ucranianos y los rusos se maten unos a otros. Y nuestro presidente, lamentablemente, sí lo quiere».
Otro manifestante, Iliá, explicó que no quiere que su país «se meta en los asuntos ucranianos, sobre todo, a través del uso de la fuerza».
Mientras, la contable Oxana Pinézhina argumentó su decisión de salir a protestar con la postura del Kremlin que, según ella, radica en que «el Estado ucraniano no debe tener soberanía, no debe ser independiente».
Y añadió: «Nuestras autoridades llevan a cabo una política imperial, quieren apoderarse de Ucrania».
Por otro lado, señaló: «Estoy contra el referéndum en Crimea (de anexión a Rusia) que realmente se realiza a punta de pistola», en alusión a la supuesta presión que ejerce Moscú sobre la península.
Pocas horas antes de que arrancara la marcha, el histórico Anillo de los Bulevares fue acordonado por miles de agentes de orden público y antidisturbios al tiempo que decenas de camiones bloquearon el acceso tanto para transeúntes como para automóviles desde las bocacalles adyacentes.
La única entrada a la zona de las protestas quedó desde el bulevar Strastnói, de donde los manifestantes solo pudieron acceder a través de un cordón policial y atravesando detectores de metales.
Ese paisaje urbano poco usual para un fin de semana en Moscú fue acompañado por el ruido de un helicóptero policial que sobrevolaba la zona de las protestas, la misma que se extendió a una distancia de tres kilómetros hasta la avenida Sájarov, donde la marcha culminó con un mitin.
«Vladímir Putin de nuevo divide a nuestro país. Nos quieren hacer chocar con el pueblo hermano, nos inculcan odiarnos unos a otros», declaró desde un escenario improvisado Iliá Yashin, uno de los líderes de la oposición extraparlamentaria.
El ex viceprimer ministro y copresidente del partido liberal PARNAS, Borís Nemtsov, calificó de «infame» y «grosera» la política del Kremlin hacia Ucrania.
«No tenemos ningún derecho de comportarnos así con un país que es nuestro amigo», subrayó.
Nemtsov dijo que hace una semana estuvo en Kiev y que la situación es de normalidad.
«Aquí (los medios estatales) nos cuentan que allí (en la capital ucraniana) los fascistas y ultranacionalistas campan a sus anchas. Estuve paseando por Kiev día y noche, por el centro, por la Plaza de la Independencia. No conseguí ver ni a un solo radical», relató.
El mitin de protesta contó también con la participación de las dos integrantes del grupo Pussy Riot, que recientemente salieron en libertad tras cumplir penas de prisión de dos años por escenificar en la mayor catedral del país una plegaria contra Putin.
La marcha opositora en el centro de Moscú coincidió con una organizada por varias organizaciones oficialistas bajo el lema de «apoyo a Crimea y contra el fascismo», en la que según la policía participan hasta 15.000 personas.
Conforme a numerosas denuncias en internet, la mayoría de esa marcha oficialista la forman funcionarios públicos, muchos de los cuales supuestamente fueron llevados al mitin en autobuses bajo la amenaza de ser despedidos.