El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Grigori Karasin, y el embajador de Ucrania en Rusia, Vladímir Yélchenko, se reunieron este sábado en Moscú en un aparente primer contacto oficial entre el Kremlin y las nuevas autoridades de Kiev desde la caída del régimen de Víktor Yanukóvich.
El encuentro sirvió para «tratar cuestiones de las relaciones bilaterales ruso-ucranianas en un ambiente de confianza», informó en su web la cancillería rusa.
No obstante, oficialmente las autoridades de Moscú insisten en no reconocer legitimad al nuevo Gobierno de Ucrania, al que acusan de haber tomado el poder en una insurrección armada sostenida por radicales ultranacionalistas.
Así lo reiteró este sábado el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, quien subrayó que «el así llamado Gobierno interino (ucraniano) no actúa por su propia voluntad y depende, lamentablemente, de radicales nacionalistas que tomaron el poder a través de una insurrección armada».
Rusia también ha empezado a destapar algunas de sus cartas en lo relativo a su respuesta a las sanciones tomadas y anunciadas por Estados Unidos y otras potencias occidentales.
Un alto cargo del Ministerio de Defensa ruso reveló hoy que Moscú sopesa suspender inspecciones internacionales de armamento atómico en su territorio, recogidas en el tratado sobre reducción de armas nucleares START III firmado entre Rusia y EEUU en abril de 2010 y que contempla que ambos países deben reducir sus ojivas desplegadas hasta un máximo de 1.550 unidades en un plazo de siete años.
«Las infundadas amenazas a Rusia por parte de Estados Unidos y la OTAN en relación a su política en Ucrania son vistas como una gesto marcadamente inamistoso y nos permiten actuar como en circunstancias de fuerza mayor», advirtió el funcionario.