El Parlamento luso dio ayer el visto bueno a los Presupuestos para 2014 en su fase inicial, documento que recoge profundos recortes del gasto público y que es defendido por el Ejecutivo como un antídoto para acabar con la «pesadilla» del rescate.
Portugal, que atraviesa la peor crisis de su historia reciente y se encuentra bajo la asistencia financiera internacional desde 2011, vio cómo la coalición conservadora en el Gobierno aprobaba su proyecto justo en el día de Todos los Santos, uno de los festivos que, víctima de la austeridad, ya desapareció del calendario.
Mientras los diputados discutían y aprobaban los Presupuestos, fuera, a escasos metros de la escalinata que da acceso a la Cámara, miles de portugueses convocados por el principal sindicato luso se concentraban en rechazo a los ajustes, parapetados tras pancartas en las que se repetía la palabra «delincuentes».
División política
La Cámara volvió a reflejar ayer la evidente división política que vive el país, con los conservadores lusos convencidos de que su proyecto ayudará a convencer a los inversores de que pueden confiar en Portugal y con la oposición de izquierdas centrada en los efectos recesivos de nuevos recortes.
Los Presupuestos para 2014, que no serán sometidos a la votación definitiva hasta finales de mes, recogen medidas dirigidas a conseguir un ahorro en las cuentas públicas de 3.900 millones de euros.
El Gobierno portugués considera que no hay otra vía para que Portugal logre reducir su déficit público hasta el 4 % en 2014, como le exige la troika, que declinó su petición de volver a flexibilizar estos objetivos para disponer de más tiempo.
Argumenta, asimismo, que gracias a estas medidas los inversores tendrán más confianza en el grado de compromiso mostrado por el país para reformar su economía, lo que podría ayudar a que pidiesen menos intereses para comprar su deuda, una condición imprescindible para no necesitar de un segundo rescate.