La cumbre de los líderes de la UE arrancó ayer en Bruselas marcada por las diferencias entre Alemania -centrada en aumentar a medio plazo la integración de la eurozona- y Francia, para quien la prioridad es aplicar ya y sin cambios los acuerdos sobre la unión bancaria cerrados en junio. El presidente de Francia, François Hollande, llegó a la cita con un mensaje claro para la canciller de Alemania, Angela Merkel, con quien mantuvo un encuentro bilateral antes de reunirse con el resto de jefes de Estado y de Gobierno. «Voy a decirle que debemos aplicar las decisiones que tomamos juntos el pasado 29 de junio, que eran buenas decisiones», explicó Hollande.
Hollande se refería, principalmente, al compromiso de los países de la zona euro para poner en marcha antes de fin de año la supervisión bancaria, que abrirá la puerta a la recapitalización directa de los bancos en problemas y que debería aliviar la carga de países como España o Irlanda
París apoya a Madrid y a otros socios y quiere que se respete el plazo fijado en junio, mientras que países como Alemania, Finlandia y Holanda no ven factible el calendario. El presidente francés, en una acusación poco habitual en la escena europea, atribuyó ayer al «calendario electoral» la reticencia de Merkel a cerrar el asunto cuanto antes, recordando que Alemania celebra elecciones en septiembre de 2013.
La canciller alemana, a su llegada, dijo querer avanzar «con rapidez pero con mucha precisión» en la creación del supervisor bancario único. Anoche, los líderes de la UE rebajaron el calendario para la puesta en marcha del supervisor bancario único ante las divergencias entre Francia y Alemania y otros socios sobre la fecha efectiva de su entrada en vigor.