Estados Unidos arrió ayer su bandera en Bagdad en un gesto cargado de simbolismo con el que puso fin a la guerra iraquí que comenzó hace nueve años y ha costado la vida a 100.000 iraquñies y a 4.484 soldados estadounidenses.
El coste económico se sitúa por encima de los 800.000 millones de dólares. Con una ceremonia oficial en una base militar próxima al aeropuerto de Bagdad, en la que estuvo presente el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, las tropas norteamericanas escenificaron su partida de Irak, que se completará el próximo 31 de diciembre con la retirada de los 4.000 efectivos que todavía están concentrados en algunas provincias del sur.
Últimos bastiones
La base de Iman Alí en la ciudad de Al Nasiriya y el aeropuerto de Basora, ambos en el sur del país, son los últimos dos puntos con presencia militar estadounidense, después de que el miércoles se retiraran las tropas de la base de Iko.
Durante su discurso de ayer, Panetta aseguró que «el sueño de un Irak independiente y soberano es ya una realidad» y subrayó que EEUU mantendrá una presencia diplomática significativa y cooperará en asuntos de seguridad para garantizar la estabilidad política en el país. «EEUU será siempre un amigo y compañero comprometido de Irak», señaló Panetta, para quien el fin de la presencia estadounidense en suelo iraquí da la bienvenida a «la nueva etapa de los lazos entre ambos países».
El titular de Defensa afirmó que la seguridad y los asuntos sociales, económicos y políticos serán los principales retos a los que deberá enfrentarse Irak, tras la guerra que comenzó tras la invasión aliada, en marzo de 2003, y en la que fallecieron más de 4.400 estadounidenses y decenas de miles de iraquíes.