«Entramos ahora en el periodo crítico de diez días para completar y concluir la respuesta de la UE a la crisis» antes de la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno del 9 de diciembre, dijo ayer el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn.
Esta visión es compartida por el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien recalcó que, en efecto, el próximo viernes tiene una «gran importancia» para el futuro de la eurozona y la UE, y anunció que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, se reunirán pronto para cerrar la propuesta bilateral que llevarán a la cumbre.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, también está llevando a cabo consultas para concluir el informe preliminar que presentará en la cumbre y en el que debe detallar los pasos que ha de dar la eurozona para fortalecer la convergencia económica, reforzar la disciplina fiscal y profundizar la unión económica, si es necesario con cambios limitados de los tratados de la UE.
Vigilancia
En esta fase también aumenta la presión sobre los países sometidos a una gran tensión en los mercados, como España, Italia o Bélgica, y los rescatados, sobre todo Grecia, para que acepten medidas que podrían perjudicarles, como los controles extremadamente duros de los presupuestos nacionales que la Comisión Europea y países como Alemania quieren introducir con las pertinentes sanciones en caso de incumplimiento, incluido un rescate forzado.
En paralelo a las medidas individuales y ante la asunción generalizada de que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) no alcanzará una capacidad de intervención de un billón de euros, la presión sobre el Banco Central Europeo (BCE) para que intervenga con más fuerza en la compra de deuda va en aumento.