La milicia fundamentalista islámica Al Shabab acabó hoy con la vida de al menos 82 personas e hirió a más de 50 en un atentado suicida en un complejo de edificios gubernamentales en el centro de Mogadiscio, informaron a Efe fuentes de los servicios de emergencia.
«La escena es horrible. Nuestras mentes no pueden aceptar ver estas cosas, es traumático», afirmó el director del servicio de ambulancias de Mogadiscio, Ali Muse Mohamud.
La mayoría de los muertos son estudiantes que habían acudido al complejo atacado -donde tienen sus oficinas tres ministerios del Gobierno Federal de Transición de Somalia (TFG, en inglés)- a examinarse o a cursos que se imparten en estos edificios, mientras que miembros de la Administración somalí también perdieron la vida.
Por su parte, el portavoz de la Policía de Somalia, el coronel Abdulahi Hassan Barise, que llegó al lugar del los hechos poco después del ataque, dijo a Efe que, de momento, habían contado 40 muertos, pero que era probable que la cifra aumentara, como se ha confirmado.
«Este es un desastre nacional, es inhumano y un acto que un ser humano no puede aceptar», añadió Barise.
Al Shabab, vinculada al grupo terrorista Al Qaeda, se responsabilizó del ataque a través de su portavoz, Hassan Mohamud Raghe, horas después de haberlo hecho en un comunicado publicado en su página web.
«Por deseo de Dios, mártires benditos completaron un ataque divino. Mataron a más de 100 miembros de AMISOM (la Misión de la Unión Africana en Somalia) y otras fuerzas de seguridad», aseguró Raghe.
«El ataque salió como estaba planeado, fue un éxito. Lo realizó un hermano de Mogadiscio, Bashar Abdullahi Nur, estudiante de la ciudad», agregó.
Poco antes, el presidente de Somalia, Sharif Sheikh Ahmed, condenó el ataque y anunció que fue llevado a cabo por un keniano.
«Los servicios de Seguridad me han dicho que el terrorista era un keniano. Prometo que este tipo de ataques no impedirán que sigamos luchando contra el terrorismo», señaló Ahmed.
«Lo que ocurrió hoy en Mogadiscio es terrible. Muestra lo crueles y estúpidos que son Al Qaeda y su aliado, Al Shabab», sentenció.
Tras el atentado, la capital somalí ha entrado en un estado de toque de queda oficioso.
También condenaron el ataque el representante especial de la ONU para Somalia, Agustine Mahiga, y el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Jean Ping.
Las Fuerzas de Seguridad del Gobierno somalí y de AMISOM han movilizado numerosos efectivos para ayudar a retirar los cadáveres del lugar del suceso y llevar a los heridos al hospital, así como para tratar de normalizar la situación en los alrededores del edificio.
Hassan Ali Osman, de 36 años, guarda en las oficinas del Departamento de Investigación Criminal (CID, por sus siglas en inglés) y que resultó herido en el ataque, aseguró que vio como un camión llegaba hasta la entrada del complejo y explotaba.
«Había dos hombres en el camión. Uno de ellos saltó del vehículo y el otro, el conductor, dirigió el camión hasta la puerta y luego explotó», aseguró Osman.
Según el testigo, «el que saltó del vehículo, que también murió, no tenía aspecto de ser somalí. Era africano pero no tenía rasgos somalíes».
Aunque Al Shabab ya ha llevado a cabo varios atentados terroristas, esta es la segunda vez que los estudiantes son sus objetivos.
En diciembre de 2009, los fundamentalistas llevaron a cabo un atentado contra un hotel en Mogadiscio en el que se celebrara una ceremonia de graduación, en el que murieron 4 ministros del Gobierno de Transición, 3 periodistas, 4 médicos y 29 estudiantes.
El atentado de hoy llega después de la supuesta retirada de Al Shabab de Mogadiscio, a principios del pasado mes de agosto, motivada por lo que los radicales islámicos denominaron «un cambio táctico», mientras que el Ejecutivo somalí lo interpretó como una victoria sobre esta milicia.
No obstante, Al Shabab, que aún domina buena parte del sur de Somalia, anunció entonces que optaría por una guerra de guerrillas, como certifica el ataque de hoy, en vez de por el enfrentamiento directo que practicaban hasta entonces.
Al Shabab lucha contra las tropas del internacionalmente respaldado Gobierno somalí y las de AMISOM para instaurar en la región un estado musulmán de corte wahabí.
Somalia vive una permanente guerra civil y carece de un Gobierno efectivo desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país en manos de señores de la guerra tribales, milicias islámicas y bandas de delincuentes armados.