El Gobierno chino emplazó ayer a su pueblo a no convocar manifestaciones para emular las protestas en el mundo árabe. Las autoridades advierten de que cualquier amenaza hacia el régimen del Partido Comunista podría acabar en «desastre».
El Diario de Pekín, dependiente del partido, se ha hecho eco de la advertencia, en la que se subraya que las fuerzas de seguridad no dejarán a un lado su actual estrategia. «Estas personas que intentan inventar y encontrar noticias parecidas a las de Oriente Próximo en China verán que sus planes no llegan a nada», reza la declaración, en la que se asegura que «todo el mundo sabe que la estabilidad es una bendición y el caos una calamidad».
La policía ha impedido hasta ahora la celebración de cualquier manifestación, y algunos periodistas extranjeros que acudieron a la llamada de una concentración en la calle Wangfujing fueron agredidos. La declaración asegura que las refriegas en estados árabes «han provocado un gran desastre para la población de estos países». Muchos medios estatales también se han hecho eco del comunicado.
«Merece la pena destacar que en el interior y en el extranjero algunas personas con motivos ulteriores tratan de introducir este caos» en China, para lo cual estarían recurriendo a internet, continúa el escrito. Por estas razones las autoridades piden a la sociedad que «proteja conscientemente la armonía y la estabilidad».
Ante el temor de contagio, el primer ministro chino, Wen Jiabao, aprovechó la apertura del debate anual del Parlamento, el pasado viernes, para anticipar que la elevada inflación podría afectar a la estabilidad social y prometer mayor atención a los 160 millones de inmigrantes rurales.