La Comisión Europea presentó ayer las propuestas legislativas para poner en marcha en 2010 un nuevo sistema europeo de supervisión, cuyo fin es prevenir la repetición de crisis financieras como la actual.
La medida más polémica es la creación de tres autoridades europeas de supervisión (bancaria, bursátil y de seguros), que tendrán poderes de mediación cuando haya discrepancias entre los reguladores nacionales de los países en los que opera una entidad transfronteriza. Además, un nuevo órgano será el encargado de advertir los riesgos y emitir recomendaciones para evitar que éstos se materialicen.
Los planes finales del Ejecutivo comunitario se hacen públicos en vísperas de la celebración hoy en Pittsburgh (Estados Unidos) de la tercera cumbre del G-20 desde el estallido de la crisis hace dos años. La Unión Europea pretende así ejercer un papel de liderazgo en las reformas de la arquitectura financiera internacional.
«Este sistema europeo puede inspirar un sistema mundial. Es la posición que defenderemos en el G-20 de Pittsburgh», dijo el presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso.
Las tres nuevas autoridades europeas se encargarán de elaborar normas comunes para las entidades financieras y supervisarán a las agencias de calificación de riesgos. Además, dispondrán de facultades decisorias vinculantes.
Por otra parte, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, anunció ayer durante su comparecencia ante el Congreso la creación de un nuevo supervisor bancario para EEUU para reforzar el cumplimiento de las normas para las tarjetas de crédito, hipotecas y cuentas de ahorros.
Según explicó, la reforma del sistema financiero requiere de «una supervisión general» para eliminar «deficiencias y lagunas», ya que los defectos del sistema y el marco regulador estadounidense «permitieron que la crisis ocurriera» y en cierta manera ayudaron a causarla.
«Podemos discernir sobre los detalles, o sobre el mejor camino para modificar estos defectos, pero esto no significa que no vayamos a actuar», declaró Geithner, quien estimó que la reforma del sistema proporcionará mayor protección y defensa a consumidores e inversores.
La reforma, según el máximo responsable de economía de la Administración Obama, creará un sistema financiero «más estable, más seguro y menos propenso a la crisis».