EFE-BRUSELAS/KABUL
Las elecciones presidenciales en Afganistán del próximo día 20 marcan un hito en el proceso hacia la estabilización del país y, al mismo tiempo, constituyen una prueba de fuego para la OTAN y su capacidad de garantizar un clima de relativa seguridad para los comicios.
La cercanía de la cita electoral ha propiciado la intensificación de los combates entre los efectivos de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), en la que participan 42 países y que lidera la OTAN, y la insurgencia talibán, decidida a boicotear los comicios.
Así, julio ha sido el mes en el que las fuerzas internacionales han sufrido más bajas (76), desde su despliegue en el país hace casi ocho años, y agosto no ha comenzado mejor.
El nuevo secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, que llegó al cargo este mes, ha insistido desde el primer día en que su principal objetivo al frente de la Organización es la mejora de la seguridad en Afganistán y la progresiva cesión de esas tareas a las autoridades locales.
Talibanes
Unos 17 millones de afganos están registrados para votar en las segundas elecciones presidenciales desde la caída talibán en Afganistán, marcadas por el avance de los insurgentes talibanes, así como las ansias de reconstrucción y desarrollo de la población.
«Éste es uno de los ejercicios electorales más dificultosos que he visto», dijo hace unos días a los medios el representante especial de la ONU en Afganistán, Kai Eide. Las autoridades han previsto el envío de casi 3.200 burros para que transporten las urnas a los lugares más inaccesibles de este país de orografía complicada, pero, anécdotas aparte, la preocupación principal es la situación de seguridad.
«Es el factor talibán. No podemos esperar una alta participación en algunas áreas y provincias. En más de 10 distritos será difícil celebrar las elecciones», precisó el portavoz de la Fundación afgana para unas Elecciones Libres y Justas (FEFA), Jandar Spinghar.
En Kabul, son muchos los ciudadanos que se lamentan de que la situación ha empeorado, algo que reconoció el propio jefe de las tropas extranjeras, Stanley McChrystal, quien admitió en una reciente entrevista al diario Wall Street Journal que los talibanes «han tomado ventaja».
Los insurgentes tienen una fuerte presencia en gran parte del sur y este de Afganistán, las áreas donde es mayoritaria la etnia pashtún, de la que proceden tradicionalmente los talibanes, pero también el presidente, Hamid Karzai, quien aspira a reeditar mandato.