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Cadena perpetua para un ex nazi de 90 años por una matanza de civiles en Italia

La Fiscalía de Múnich ultima además la acusación contra el presunto 'Iván el terrible'

GEMMA CASADEVALL-BERLÍN
La edad, 90 años, no libró al ex oficial del Tercer Reich Josef Scheungraber de ser condenado ayer a cadena perpetua por la matanza de 14 civiles en la Toscana (Italia), 65 años atrás, en un juicio que se perfila como el penúltimo por crímenes durante el nazismo en la Audiencia Provincial de Múnich.

Mientras la Fiscalía muniquesa ultima su acusación contra John Demjanjuk, el ucraniano de 89 años presunto 'Iván el Terrible' del campo de exterminio de Treblinka, en Polonia, extraditado a Alemania el pasado mayo por complicidad en la muerte de 27.900 judíos, Scheungraber escuchó ayer la sentencia con el rostro impasible y entre los aplausos de los asistentes.

El nonagenario, vecino de la localidad bávara de Ottobrunn, fue declarado culpable de asesinato múltiple y condenado a la máxima pena contemplada por el código alemán, once meses después de la apertura del juicio y en presencia del alcalde de Cortona (Italia) y familiares de las víctimas.

Scheungraber había sido ya condenado a la misma pena en 2006 por un tribunal militar en La Spezia, en un juicio en ausencia del procesado por los mismos cargos: ser el oficial que ordenó la acción de castigo por la muerte de dos soldados alemanes, en una emboscada de partisanos, en Falzano di Cortona, en 1944. El ex nazi no fue extraditado entonces para responder ante el tribunal de La Spezia, en tanto que ciudadano alemán.

Cuatro civiles italianos fueron ejecutados y otros diez murieron al darse la orden de volar la casa donde estaban. Scheungraber era entonces jefe de compañía del escuadrón de montaña 818, con rango de alférez, y según él no fue responsable de esa acción. La defensa había pedido la libre absolución por la ausencia de testigos fiables.

El último de éstos, un oficial de rango inferior, de 85 años, lo identificó hace unos meses como su superior en el batallón, pero finalmente no pudo declarar en el juicio al empeorar su salud.

Scheungraber, al frente de una ebanistería y un negocio de muebles, llevó todos estos años una existencia tranquila, como ciudadano respetado en su ciudad de la Alta Baviera, de la que en 2005 recibió la medalla de hijo ilustre.

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