La segunda jornada de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-8 en la ciudad italiana de L'Aquila concluyó ayer con nuevos compromisos en materia de comercio y economía, pero sin un total consenso sobre las medidas a adoptar contra el cambio climático. La entrada de las llamadas potencias emergentes del Grupo de los Cinco (G-5), entre ellas México y Brasil, en las reuniones de la cumbre supuso que el acuerdo que el miércoles alcanzó el G-8 sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero ayer tuviera muchas más dificultades para encontrar el refrendo de los bautizados como «más pobres».
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De hecho, este jueves concluye con un acuerdo en cuanto al límite en dos grados centígrados para el calentamiento global, pero sin una cifra exacta en la reducción de los gases nocivos, una cuestión que se deja para los próximos meses y que será abordada en la Cumbre Mundial sobre el Clima de diciembre en Copenhague. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también presente en L'Aquila, se mostró «insatisfecho» con la falta de acuerdos concretos de esta jornada en materia de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero entre todos los países reunidos en la ciudad italiana, ricos y pobres.
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Pero aplaudió el compromiso que los más ricos (EEUU, Japón, Canadá, Francia, Italia, Alemania y Reino Unido), más Rusia, alcanzaron el miércoles en su apuesta por reducir al 50% las emisiones de gases e, incluso, por encima del 80% si se trata de países desarrollados.
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Un mayor consenso fue el que se logró en materia de economía, con un acuerdo entre los miembros del Foro de las Economías Principales (FEP), que forman el G-8, el G-5 más Indonesia, Corea del Sur y Australia, para cerrar con una «conclusión ambiciosa y equilibrada» las negociaciones de la Ronda de Doha para 2010. A fin de impulsar la liberalización del comercio internacional y la lucha contra la crisis.