El ministro británico de Trabajo y Pensiones, James Purnell, anunció ayer su dimisión del Ejecutivo de Gordon Brown en una carta a dos periódicos, hecha pública al cierre de los colegios electorales. En la misiva enviada a The Sun y The Times, Purnell, conocido «blairista» (partidario del ex primer ministro Tony Blair), justifica su decisión porque quiere instigar un debate sobre el liderazgo del Partido Laborista. La dimisión de Purnell, que se suma a la de las ministras del Interior y Comunidades Jacqui Smith y Hazel Blears, respectivamente, esta misma semana, aumenta la presión sobre Brown. Mientras, ln las elecciones europeas celebradas ayer en Reino Unido los laboristas podrían sufrir los peores resultados de su historia y existe el riesgo de quedar como cuarta fuerza política, por detrás no sólo de los conservadores y los liberal-demócratas, sino que también del Partido de la Independencia de Reino Unido, una formación antieuropeísta que podría ampliar su presencia en los 72 escaños en la Eurocámara que se juegan en las islas.
Algunas encuestas otorgaban ayer a los de Brown un 16% de los votos, siete puntos por debajo de los ya considerados pobres resultados de 2004, lo que podría llevar a los organizadores del asalto al poder a actuar el lunes, cuando el primer ministro baraja presentar la remodelación de Gobierno.
En el ecuador de la considerada semana más crucial de los dos años que lleva en el número 10 de Downing Street, el mandatario dedicó la jornada de ayer a contactar con diputados para convencerlos de que un golpe interno dañaría aún más las tentativas frente a un Partido Conservador al que todos los sondeos sitúan desde hace meses a casi veinte puntos de distancia.
Sin embargo, la corriente que se ha instalado en el Laborismo es la de que el actual primer ministro constituye el principal lastre de la formación, por lo que el debate sobre su continuidad ha pasado a ser una posibilidad real, especialmente tras las renuncias que en las últimas dos jornadas han trascendido en su Gabinete.