Bola de partido contra Hillary Clinton. La senadora por Nueva York llegó ayer a las primarias de Rhode Island, Vermont y, sobre todo, Ohio y Texas, con la intención y la necesidad de salir victoriosa si no quiere que su rival, Barack Obama, se destaque definitivamente. El senador por Illinois ha logrado encadenar once victorias consecutivas y, con ellas, levantar los sondeos que hasta hace unas semanas le daban por derrotado en estos territorios, dejando abiertos los resultados de las primarias.
Aunque ninguno de los precandidatos demócratas está cerca de los 2.025 delegados necesarios para obtener matemáticamente la nominación en la convención nacional, la carrera ha entrado en un momento decisivo. Después de remontar su flojo comienzo, Obama lidera las primarias con 1.387 delegados obtenidos, frente a los 1.269 de la ex primera dama, según informaciones de la cadena CNN. En los cuatro estados en liza se repartirán un total de 370 apoyos.
Clinton partía destacada en los sondeos de Ohio y Texas, principales trofeos. Sin embargo, conforme se acercaban las citas se reducía la diferencia, que ha terminado por colocar a ambos políticos en un empate técnico. Obama predijo su victoria en Texas en un mitin, al grito del «Sí, podemos» que ya ha hecho famoso. Sin embargo, y como es lógico, el jefe de la campaña de la senadora, Terry McAuilffe, auguró el triunfo de Clinton, quien se limitó a responder con un escueto «nunca hago predicciones».
En caso de nuevos triunfos, Obama podría obtener otro aluvión de apoyos e incrementar la presión sobre Clinton, especialmente en vista de que el 22 de abril, fecha en la que se votará en Pensilvania, se plantea lejana.