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Latinoamericano o italiano: la ´fumata blanca´ despejará las dudas sobre la sucesión

Los expertos en el Vaticano están divididos sobre qué es lo que más interesa a la Iglesia, si un Papa «joven» o uno «anciano»

JUAN LARA-ROMA
Ya se han abierto todas las conjeturas y se habla de la Iglesia lo que necesita es un próximo papado «corto», o si el futuro Papa debe ser Latinoamericano o del tercer mundo o de nuevo un italiano.

La opinión pública ha comenzado a preguntarse quién puede ser su sucesor y a escrutar el Colegio Cardenalicio, el llamado «club más selecto del mundo», al que actualmente pertenecen 184 cardenales provenientes de todo el mundo, uno de los cuales será el sucesor de Karol Wojtyla. De estos cardenales, uno es «in pectore» y su nombre se desconoce.

De estos 184, el número de cardenales electores -es decir, los que podrán elegir Papa en el próximo cónclave- es de 117, por tener menos de 80 años. Los octogenarios no podrán entrar en la Capilla Sixtina para elegir al futuro Pontífice, pero sí pueden ser elegidos. La mayor parte de los 117 electores fueron nombrados por Juan Pablo II, por lo que los expertos vaticanos aseguran que el futuro Papa será un hombre la misma línea conservadora que Wojtyla.

El extenso pontificado de Juan Pablo II, 26 años y cinco meses y medio, ha dejado «fuera de juego» a un importante número de cardenales «papables» y los expertos en el Vaticano están divididos sobre qué es lo que más interesa a la Iglesia, si un Papa «joven» o un «anciano».

Por «joven» hay que tener en cuenta lo que puede ser una persona que, como poco, tiene 53 años, que es la edad del purpurado más joven (el húngaro Peter Erdo). Por «anciano» se entiende a un septuagenario en adelante.

Según los «vaticanistas», después de más de 26 años de «Papado», la Iglesia necesita un Pontífice de «transición», es decir, «un anciano», con más de 70 años, para que su pontificado no se eternice y prepare el camino a otro que de el giro «progresista» que necesita la Iglesia.

Los defensores de esta idea van aún más lejos e insisten en que el próximo Papa debe ser de nuevo italiano, convencidos de que éstos disponen de la diplomacia, el tacto y el diálogo necesarios para guiar a la Iglesia en estos primeros años del tercer milenio.

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