El presidente de EEUU, George W. Bush, celebró la captura del derrocado líder iraquí, Sadam Husein, porque pone fin a una «era oscura y dolorosa», aunque advirtió sobre el riesgo de que continúe la violencia en Irak.
Tras la confirmación de la captura de Husein, la Casa Blanca se convirtió ayer en el centro neurálgico de una febril actividad diplomática, mientras Bush se ponía en contacto telefónico con líderes del Congreso y de su gabinete, así como con diversos gobernantes extranjeros.
En un breve mensaje televisado y dirigido tanto al pueblo iraquí como a la opinión pública estadounidense, Bush se mostró muy satisfecho con la captura de Husein porque, explicó, «era crucial para el surgimiento de un Irak libre».
En el mensaje, de unos cuatro minutos de duración, Bush también dijo al pueblo iraquí que «ya no tendrá que temer el régimen de Sadam Husein nunca más», porque ahora Estados Unidos se encargará de llevarlo ante la Justicia, la misma que él le negó a miles de iraquíes durante su mandato.
Así, el presidente, con gesto serio aunque que no podía ocultar un aire de satisfacción, pidió que «todos los iraquíes puedan unirse, rechacen la violencia y construyan un nuevo Irak».Sin embargo, Bush evitó caer en el triunfalismo y reconoció que los soldados destinados en Irak siguen afrontando riesgos.
«La captura de Sadam Husein no significa el fin de la violencia en Irak. Seguimos afrontando a terroristas», afirmó el presidente, quien volvió a vincular la guerra en Irak con la lucha antiterrorista que desató EEUU tras los atentados del 11-S.