Los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia asesinados el sábado en Irak, cuyas capillas ardientes se instalaron ayer, fueron víctimas de «un soplo, una delación o una traición», según el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. En declaraciones a diversos medios de comunicación, el titular de Defensa negó ayer que los agentes de inteligencia muertos en Irak fueran llamando la atención o se comportaran con imprudencia, y atribuyó el ataque a una posible «traición».
El ministro indicó que podría existir un vínculo entre la emboscada del sábado y la muerte de José Antonio Bernal, sargento primero del Aire adscrito al CNI, asesinado en el centro de Bagdad el 9 de octubre «por gente que sabía dónde vivía y a los que él abrió la puerta». Por ello, Trillo-Figueroa apuntó a la posibilidad de que se haya producido «un soplo, una delación o una traición de alguien de aquel entorno, que nunca es absolutamente controlable».
El ministro explicó que los agentes no tenían aspecto occidental, estaban «muy bien preparados» para adaptarse al terreno «en todos los sentidos» y no iban llamando la atención o con cierta imprudencia. No obstante, reconoció que «no es común» que ocho agentes de inteligencia actúen y se desplacen juntos, aunque precisó que se trataba de una misión de reconocimiento con vistas al relevo, en enero, de los cuatro que estaban en la zona.En la emisora de radio COPE, Trillo-Figueroa citó ayer como «hipótesis razonable» que España sea un objetivo por pertenecer al «núcleo duro» contra el terrorismo, y añadió que la retirada de tropas de Irak sería «una traición» a los siete agentes fallecidos. En Onda Cero, el ministro dijo: «Estamos luchando por los valores con los que convivimos en España: la paz, la libertad y la democracia. Tenemos que ser solidarios con aquéllos que creen en esos valores donde sea menester, y mucho más ahora que los españoles han dejado allí su vida en defensa de estos mismos derechos y libertades».