EFE-DOHA
Cinco soldados estadounidenses murieron ayer en un ataque suicida
en un puesto de control cerca de Nayaf, en el centro de Irak, según
confirmó el mando militar aliado en Qatar.
El atentado fue perpetrado con un coche bomba, un taxi, cuyo conductor paró en un puesto de control montado por la tercera división de infantería mecanizada de EE UU en las cercanías de Nayaf.
El vicepresidente iraquí, Taha Yasín Ramadán, identificó en rueda de prensa al suicida, y dijo que este atentado sólo «es el principio. EE UU puede esperar más ataques sucidas contra sus tropas».
El suicida, identificado como Ali Yafer al Yamali, oficial del Ejército, fue galardonado a título póstumo con dos condecoraciones de parte del presidente iraquí, Sadam Husein, informaron los medios oficiales iraquíes.
Ramadán, considerado dentro del «ala dura» del régimen iraquí, no quiso aclarar si el suicida había actuado por iniciativa propia o había sido enviado por el Gobierno, pero advirtió que «pronto escucharemos más buenas noticias» como la del atentado de Nayaf.
El vicepresidente dijo que «para nosotros no es un suicida, es un mártir», que ha realizado una «operación de martirio».
Afirmó por otra parte que han llegado a Irak numerosos voluntarios árabes, pero no quiso precisar ninguno de los países de procedencia, a excepción de Arabia Saudí, y dijo que su gobierno espera que «pronto lleguen más columnas».
El autor del atentado suicida era un oficial del Ejército iraquí que quiso dar «una lección» a las tropas estadounidenses, según informó la televisión del Estado. El oficial, Ali Jaafar Musa Hamadi Al Numani, quiso «dar una lección a los invasores siguiendo el ejemplo de combatientes palestinos de la libertad», añadió la televisión haciendo referencia a los 'kamikazes' palestinos.
Según la cadena, el atentado causó once víctimas entre los soldados americanos, mientras que el balance del Ejército estadounidense se situó inicialmente en cinco y más tarde en cuatro muertos.Esto obligó al contingente estadounidense a incrementar el perímetro de seguridad y redoblar la vigilancia de la zona, en la que continúan los combates.
En la región de Nayaf, las tropas estadounidenses afrontan el riesgo de ataques de paramilitares (fedayines) o militares vestidos de civiles, según fuentes aliadas.