FRANCE PRESS-EFE
El nuevo veto de Francia, Alemania y Bélgica a la nueva propuesta
para planificar la defensa preventiva de Turquía, en caso de guerra
contra Irak, acentúa la fractura de la OTAN y pone en tela de
juicio el futuro de esta organización, según admiten fuentes
aliadas. El secretario general de la OTAN, George Robertson,
fracasó de nuevo en el intento de poner fin al pulso entre
Washington y París. Mientras, Estados Unidos aumentan sobre la
presión sobre los aliados.
En la quinta reunión que el Consejo Atlántico celebra en tres días en Bruselas, los embajadores de los diecinueve países aliados no lograron un consenso por la oposición de París, Berlín y Bruselas a aceptar «ahora» el comienzo de los preparativos militares para defender a Turquía de un hipotético ataque iraquí.
Estados Unidos presentó un nueva plan que prevé limitar las demandas de apoyo de la OTAN en caso de guerra contra Irak a medidas centradas en la protección de Turquía, como el envío de aviones-radar aliados AWACS, misiles y antimisiles Patriot, y unidades especializadas en la lucha contra las armas nucleares, bacteriológicas y químicas.
Presión
Estados Unidos aumentó ayer la presión en Bruselas sobre los tres
aliados «recalcitrantes» al recordar el embajador de ese país ante
la OTAN, Nicholas Burns, que «en conformidad con el Artículo IV,
todos nosotros estamos obligados a ayudar a Turquía en su
defensa».
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se preguntó ayer si lo que realmente quieren Francia y Alemania, con su oposición a la acción militar, es «sacar del apuro» al presidente iraquí, Sadam Husein. Asimismo, afirmó Washington actuará en Irak aun en el caso de que la ONU demuestre su «inutilidad» y no tome ninguna decisión en este sentido.
Un influyente consejero del Pentágono, Richard Perle, consideró ayer que la OTAN debería considerar seriamente excluir a Francia de su proceso de decisiones. Perle, que acusa a Francia de llevar a cabo una política para reducir la influencia estadounidense en Europa y en el mundo, estimó que el bloqueo en curso en la Alianza Atlántica sobre los preparativos para una eventual guerra en Irak revela una línea de fractura sobre la voluntad francesa de hacer de Europa un contrapeso a Estados Unidos.