EFE-FRANCE PRESS
La decisión anunciada por el ministro de Defensa, José Viegas,
supone la primera medida concreta y contundente del presidente Luiz
Inacio Lula da Silva, que asumió el pasado día 1, para enfrentar
los graves problemas sociales que existen en Brasil. El ministro
hizo el anuncio en la ceremonia de toma de posesión del general
Francisco Roberto Albuquerque como nuevo comandante en jefe del
Ejército.
Por la licitación suspendida ya se habían interesado el consorcio europeo SAAB-Bae Sistems, que ofrecía su avión Grippen, y la empresa rusa Mapo-Mikoyan, fabricante del Mig 29. También la estadounidense Lockheed Martin, con los F-16, y los consorcios franco-brasileño Dasault-Embraer, con el Mirage 2000, y ruso-brasileño Rosoboronexport-Avibras, que ofrecía los Sukhoi Su-35.
Viegas dijo a los periodistas que Lula está convencido de que la compra de los cazas suponía un gasto demasiado elevado para un Gobierno que está decidido a combatir las seculares injusticias sociales que existen en el país, sobre todo el hambre, que según distintas fuentes sufren entre 25 y 50 millones de brasileños.
La operación suspendida se arrastra desde 1998 y estaba previsto que concluyese en el primer trimestre de este año. La adquisición de las nuevas aeronaves fue planteada debido a que los cazas Mirage franceses de la Fuerza Aérea, adquiridos en la década de los años 70, han quedado obsoletos. El año pasado, fuentes castrenses dijeron que era «imprescindible» actualizar esos aviones de combate para evitar «un colapso» de la Fuerza Aérea. En caso de haberse concretado la operación este año, los nuevos aparatos habrían sido entregados en el 2007.