La matanza de centenares de prisioneros amotinados en un fuerte de Mazar-i-Sharif levantó ayer voces en demanda de una investigación y despertó recuerdos de otras carnicerías anteriores en la «capital del norte» de Afganistán.
Amnistía Internacional (AI), Human Rights Watch (HRW), Cruz Roja y el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, exigieron investigar «con urgencia» el mayor baño de sangre desde el inicio de la campaña contra el terrorismo en Afganistán.
Testigos presenciales dijeron que por la intensidad del bombardeo aéreo norteamericano que machacó Qalai Jangui en apoyo de las tropas de la Alianza y por el incesante tiroteo, la tragedia superó con creces la de dos semanas atrás en el propio Mazar-i-Sharif.
Entonces fue en una escuela, cuando 450 talibanes detenidos o que se habían hecho fuertes, según diversas fuentes, perecieron en lo que para unos fue una ejecución masiva y para otros la liquidación de los últimos defensores de Mazar, tomada por Dostum el día 9.
Una reconstrucción de los sucesos reveló que presuntamente todo comenzó en Qalai Jangui cuando un norteamericano conocido por «Mike» ayudaba a interrogar a los prisioneros trasladados desde Kunduz.