El presidente de EE UU, George W. Bush, estaba entre los objetivos de los ataques terroristas que el martes sumieron al país en un caos que propició aún ayer estallidos de alarma. La revelación de que la Casa Blanca y el avión de Bush estaban en el punto de mira, fue hecha por el portavoz presidencial, Ari Fleischer, en momentos en que el país comienza a reaccionar después de la oleada de atentados más devastadora de la Historia.
La Casa Blanca y el avión de George W. Bush se encontraban entre los objetivos de los aviones empleados en los atentados del martes, anunció ayer un portavoz presidencial. «Teníamos información específica y creíble acerca de que los dos eran objetivos previstos, y de que el avión que alcanzó el Pentágono podría haber ido dirigido contra la Casa Blanca», dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. El secretario de Estado, Colin Powell, confirmó esta sospecha pero evitó dar más detalles. Las autoridades también creen que el avión que cayó sobre Pensilvania podría dirigirse a Washington, ya que su trayectoria se dirigía en línea recta hacia la capital.
Según el portavoz, el riesgo para la seguridad del presidente fue el motivo por el que Bush fue trasladado desde Florida, donde comenzó la jornada, hasta una base aérea de Luisiana y posteriormente a otra de Nebraska, antes de retornar a Washington. El avión «Air Force One», que en ese viaje era el gran Boeing 747, fue escoltado durante ese periplo por medio país por aviones de caza, que volaban muy cerca de la aeronave presidencial y plenamente visibles para sus ocupantes.
Algunos de los periodistas que viajaron a bordo explicaron cómo la nave realizó un vuelo muy extraño entre Florida y Luisiana, con constantes cambios de rumbo e incluso volando en círculos durante un rato. Además, militares fuertemente armados escoltaron el avión durante sus etapas en las dos bases aéreas.
Mientras, un nuevo estallido de alarma tuvo lugar ayer en el edificio central del Departamento de Agricultura de EE UU, en el centro de Washington, evacuado ante una supuesta amenaza de la que no se facilitaron detalles, al igual que ocurrió en la sede de la ONU en Nueva York.