El presidente de EEUU, George W. Bush, tras el éxito de su primer ensayo del sistema antimisiles realizado en la madrugada de ayer, ve reforzado su objetivo de acelerar todo lo posible la puesta en marcha del proyecto. Bush viajará esta semana a Europa, donde asistirá a la cumbre del G-7/G-8 y visitará el Reino Unido e Italia, en una gira en la que también se reunirá con el presidente ruso, Vladimir Putin, con el sistema antimisiles como principal punto de discusión.
A pesar de que el sistema que se ha ensayado es mucho menos sofisticado de lo que se quiere poner en marcha, Washington tiene una baza con la que demostrar -a Rusia, sus aliados europeos y a la oposición demócrata- que el proyecto marcha adelante. Las dos pruebas realizadas durante el año 2000 habían fracasado debido a problemas técnicos del vehículo interceptor.
El resultado favorable puede ayudar al Gobierno a demostrar «que la tecnología antimisiles funciona y hay que avanzar hacia su despliegue», indicó Philip Gordon, experto de Brookings Institution, un centro de estudios políticos de Washington. Esta era la cuarta prueba que realiza el Pentágono de este proyecto, todavía muy primitivo, y la primera bajo el presidente George W. Bush, quien quiere acelerar al máximo la fase de ensayos y comenzar a desplegar un sistema de defensa antimisiles básico para 2005.
Cada ensayo cuesta 100 millones de dólares. El general Kadish, quien había cifrado las posibilidades de éxito en torno a un 50%, dijo que la totalidad de los datos técnicos de este ensayo no estará disponible hasta dentro de unos dos meses. El Kremlin calificó ayer este ensayo como una amenaza para la seguridad nuclear y los tratados de desarme mundiales pero tendió una mano para negociar con Washington. La prueba es un «paso más» en el camino «hacia la aparición de amenazas para toda la arquitectura de tratados internacionales en la esfera del desarme nuclear», señaló el portavoz de Exteriores ruso.