En el último día completo de la campaña más cara de la historia de EE UU y la más reñida de las últimas cuatro décadas, el republicano Bush y el demócrata Gore regresaron en una jornada maratoniana a los estados indecisos. Los partidos Republicano y Demócrata estuvieron ayer verdaderamente pendientes de estados como Florida, Wisconsin, Tennesee, Misuri y Pensilvania, que se consideran entre los más reñidos y claves para decidir el ganador.
Se calcula que poco más del 50 por ciento de los cerca de 200 millones de electores inscritos en EE UU acudirán hoy a las urnas a elegir presidente, renovar toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 11 gobernadores. A sólo horas de la votación, las encuestas son incapaces de predecir quién será el próximo inquilino de Casa Blanca.
Los sondeos indican que Bush tiene en sus manos entre 213 y 235 votos del decisivo «colegio electoral» y que Gore tiene más o menos asegurados entre 181 y 207, pero la incertidumbre sobre un centenar de votos en un pequeño grupo de estados siguen sin aclarar la contienda. Independientemente del voto popular, en el cual la intención de voto otorga también una leve ventaja a Bush, el nuevo presidente necesitará obtener por lo menos 270 de los 538 votos electorales.
El principal estratega de Bush, Karl Rove, ha declarado que su candidato obtendrá cerca del 50 por ciento del voto popular y unos 320 votos electorales, suficientes para que se convierta en el 43 presidente de este país de 274 millones de habitantes. «Pienso que mañana vamos a tener un gran día», dijo Bush, al iniciar su última gira por estados como Tennesee, Wisconsin y Arkansas, que pueden quedar finalmente en la columna republicana. La nueva visita a Tennesee pretende reforzar las posibilidades de propinar a Gore una dolorosa derrota en el estado natal de su familia.