El presidente de EE UU, Bill Clinton, ha volcado todo el peso de su influencia política en un intento de último minuto por apuntalar las posibilidades de triunfo del candidato demócrata, Al Gore, en las elecciones del próximo martes. Clinton, quien entregará el control de la Casa Blanca a su sucesor con uno de los niveles más altos de popularidad en la historia política del país, centró su campaña en California, Estado crucial para el resultado de los comicios.
Después de visitar la ciudad de Los Angeles, Clinton encabezó ayer actos políticos en San Francisco y Oakland en los que pidió a negros e hispanos que voten por su vicepresidente para, según dijo, mantener la prosperidad que vive el país. El presidente centró su campaña en California después de que dirigentes demócratas dieran la voz de alarma ante el avance en las encuestas de los republicanos en el Estado más importante del país.
Y es que a tres días de las elecciones presidenciales, el candidato republicano, George W.Bush, aparece al frente de las últimas encuestas publicadas en el país. La contienda electoral continúa reñida y los candidatos queman sus últimos cartuchos en los estados clave para arañar los votos de los indecisos.
Las encuestas fueron realizadas antes de que se conociera que el gobernador de Texas fue detenido en Maine en 1976 por conducir en estado de ebriedad, aunque distintos analistas han coincidido en señalar que este incidente tendrá un impacto mínimo.