Tras varios días en los que Vox ha exhibido poder para dejar en evidencia que tiene la sartén por el mango, Marga Prohens intentó hacer el discurso que le hubiera gustado hacer de haber logrado mayoría absoluta. Lo consiguió a medias. La candidata eliminó de su discurso las soflamas de Vox, un lenguaje que empasta el acuerdo firmado por los dos partidos, pero tuvo que dejar su contenido, sus propuestas sin su retórica.
Lo hizo, sobre todo, cuando habló de lengua y de igualdad y cuando se refirió a la violencia machista –PP–, pero también tuvo que referirse a la violencia «intrafamiliar» –Vox–, sin usar la palabra. Hubo referencias a la okupación y a la inmigración ilegal, pero, en la hora larga que estuvo en la tribuna, habló de las propuestas de su partido que, en algunos casos, suponen la recuperación parcial de leyes que se aprobaron en la legislatura de José Ramón Bauzá y que derogó la izquierda, como la de turismo de Carlos Delgado y la agraria de Gabriel Company.
Los partidos de izquierdas se apresuraron a condenar la vuelta al pasado que supone este discurso de Prohens, pero lo que quieren los votantes del PP es, precisamente, volver a ese pasado que se les fue hace ocho años. Los diputados del PP y de Vox lo demostraron con una sonada ovación a la candidata. A pesar de las cesiones al partido de extrema derecha, los ‘populares' están eufóricos. Se ven capaces de girar por completo la política económica de las Islas sin que les pasen facturas las protestas de los movimientos de izquierdas.
En el PP tratarán de hacer ver que este no es el de PP de Bauzá que les llevó a la ruina. Tienen razón. No es el PP de Bauzá, pero, si se le suma Vox, corre el riesgo de parecerse mucho. Ese será el desafío de la futura presidenta: gobernar con su programa, pero también con un mandato de Vox que le acerca a aquellos tiempos que prefieren olvidar. Lo que hagan en materia educativa, puede ser la clave para ver si ese discurso del PP que intentó hacer ayer termina o no siendo el de Vox.