Ya es casualidad, o no, que los partidos de izquierdas que aspiran a reeditar mandato marquen el paso al unísono y no confronten entre ellos cuando han tenido ocasión. Se intuyó en el debate de IB3, donde los tres partidos de izquierdas evitaron marcar perfil oponiéndose a sus socios, pero sí se enfrentaron al PP. Francina Armengol, Antònia Jover y Lluís Apesteguia no trataron de robarse votos entre sí, sino que confrontaron directamente con Marga Prohens (PP) y algo con Jorge Campos (Vox).
Este guante blanco aún se vio con más nitidez en el debate que organizó Ultima Hora, donde Antònia Jover sí censuró la tibia política de vivienda de Pedro Sánchez, pero solo le faltó abrazar a Armengol para loar lo que ha hecho el Govern estos años. ¿Hay un pacto de no agresión entre los candidatos de izquierdas tácito o casual? Todo apunta a que sí, a que saben de sobra que nada penaliza más a su electorado que la división y el enfrentamiento, sobre todo entre los posibles indecisos.
La izquierda tiene las cartas sobre la mesa, cada uno de los partidos sabe más o menos cuáles son sus posibilidades electorales. Entrar en una guerra para robarse votos unos a otros lo único que haría sería reajustar los equilibrios internos de los partidos y tal vez perder votos en el bloque global que les une. Hace años, en las elecciones de 2007, el espacio que ahora se llama Més concurrió a las elecciones bajo el nombre de Bloc.
No les fue mal, pero su líder de entonces, Biel Barceló, eligió no estar en el Govern, algo que ahora copiará Lluís Apesteguia. Estas elecciones recuerdan en algunos aspectos a aquellas de 2007, pero eso es materia para otro día. De momento, lo que se ve es que también en éstas, 16 años después, hay un Bloc: el bloque compacto y unitario que forman los tres partidos de izquierda. ¿Unidos hasta la victoria final?