En tiempos del trabajo hecho en serie, todavía quedan lugares donde el metal se trabaja con alma, casi artesanalmente. Uno de estos negocios se encuentra en el Polígono Industrial de Ferreries, donde Ferreria Toni Pons, sigue siendo, más que un taller, un testimonio vivo de un oficio tradicional que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Su historia es también la de la evolución de la economía productiva de Menorca, de dar respuesta a las necesidades del campo y el trabajo agrícola a centrarse cada vez vas en el sector turístico y especialmente de la construcción, de la forja de hierro al aluminio y el acero inoxidable. Dani Pons Palliser encarna hoy la segunda generación de este negocio familiar que da trabajo a cinco personas.
ORÍGENES. Todo arrancó a mediados de los años sesenta, cuando Toni Pons Janer, con apenas 14 años, empezaba como aprendiz en un pequeño taller de la calle Eivissa, en las inmediaciones del conocido establecimiento La Perdiu de Ferreries. Su día a día transcurría entre tractores y maquinaria agrícola, en una época en la que el campo todavía marcaba el pulso económico de Menorca. El joven Toni no solo aprendió a soldar y cortar, sino también a observar, escuchar y entender qué necesitaba cada cliente. Su decisión fue la que a principios de 1980, le llevó dar el salto para establecerse por su cuenta.
Con la ayuda imprescindible de su esposa, montó su propio taller en un garaje de 120 metros cuadrados, frente a la antigua pista de squash. Allí nació Ferreria Toni Pons, con medios limitados pero con una determinación férrea para hacer las cosas bien y ganarse la confianza de la clientela. Con el tiempo, el taller fue ganando complejidad, herramientas y reputación. En 1997, ya con su hijo Dani Pons Palliser incorporado a la empresa tras años de ayuda estival y formación específica en soldadura y manipulación de metales, la familia trasladó la actividad a una nave de 500 metros cuadrados en el polígono, con un patio anexo de 140 metros. Además de adquirir el nuevo local, invirtieron en maquinaria pesada para poder mecanizar su trabajo con una cizalla capaz de cortar chapa de hasta 12 mm en hierro y 18 mm en inoxidable. También incorporaron una plegadora de dos metros, y otras herramientas con las que hoy pueden afrontar trabajos con máxima precisión, incluso en materiales complejos como el inox o el aluminio.
TRABAJOS. La variedad de trabajos que acomete Ferreria Toni Pons es tan extenso como diverso, desde azadones o ganchos tradicionales para las barreras de las fincas del campo, hasta sofisticadas estructuras que se instalan en barcos pesqueros o llaüts, pasando por escaleras de hierro de plancha o de caracol, balconeras personalizadas, pasamanos curvados, puertas exteriores de inox o barandillas a medida para hoteles y piscinas.
Todo, fabricado en el propio taller y con un proceso que va desde el diseño hasta la fabricación y el montaje final, ya que incluso disponen de una pequeña cabina de pintura en sus instalaciones. «No trabajamos en serie, trabajamos para cada cliente», confirma Dani Pons. La empresa combina el uso de maquinaria moderna con la experiencia acumulada en cada soldadura, cada doblez, cada curva. La manipulación del inoxidable, además, requiere de un nivel técnico superior: «Es un material más complejo, que exige herramientas precisas y conocimiento específico, especialmente cuando se trata de curvar o pulir», añade.
También han fabricado chimeneas completas para viviendas unifamiliares, escaleras con combinaciones de hierro y acebuche, muebles de cocina en acero para restaurantes, o elementos técnicos como reposapiés de bares hechos con tubo de inoxidable. «Nuestros clientes son desde particulares a hoteles o administraciones públicas», explica su propietario. «Entre los más conocidos están Set Hotels, Quesería Menorquina o Tramuntana Park y colaboramos estrechamente con Náutica Kim para proyectos vinculados al sector náutico», añade Dani Pons. Disponen de dos vehículos propios para poder llevar a cabo su trabajo en toda la Isla.
EQUIPO. Con una plantilla de cuatro trabajadores fijos, más un colaborador que es autónomo, el equipo combina juventud y veteranía. Una muestra de ello es la inminente jubilación de Paco Coll Mascaró, que se despide esta semana al cumplir 65 años tras una larga carrera en la empresa que empezó al lado del fundador, Toni Pons. «Cada profesional que se retira es un capítulo de experiencia que se cierra y en Menorca, como en muchas otras partes, los oficios manuales viven un momento delicado» explica el actual gerente. «El problema es que no se valora suficientemente el trabajo manual», añade. «Sin jóvenes que aprendan el oficio, sin una FP adaptada a las necesidades reales del mercado, y sin incentivos claros, muchas empresas como la nuestra corremos el riesgo de desaparecer en una o dos generaciones», explica. «En el fondo somos piezas fundamentales para garantizar que la cadena productiva no se rompa», señala.
Pero el contexto actual de la construcción en Menorca, ha generado un aumento de la demanda que se deja notar en el taller. «Tenemos mucho trabajo», afirma Dani Pons. Aunque el hierro sigue teniendo su espacio, el inoxidable ha ganado terreno por razones estéticas, de durabilidad y por normativa técnica en muchos casos. El aluminio también se emplea, pero la versatilidad del acero inoxidable ha hecho que cada vez se recurra más a él en proyectos tanto públicos como privados. Pese a ello, no todo es fácil. Las inversiones en maquinaria especializada son elevadas, el nivel de precisión que se exige hoy en día es muy alto, y cualquier error puede suponer un coste importante. Además, la competencia con materiales prefabricados o soluciones importadas obliga a los talleres locales a poner en valor su diferenciación.
FUTURO. Ferreria Toni Pons no solo ha sobrevivido al paso del tiempo, sino que ha sabido evolucionar con él. Desde el garaje de 1980 hasta la nave del polígono, desde el azadón hasta las barandillas curvadas en acero inoxidable para la piscina del hotel, la empresa ha crecido sin perder el pulso artesanal que la define. «No somos una fábrica. Somos un taller. Hacemos las cosas con las manos y con la cabeza», resume Toni Pons, con la sencillez del que conoce bien su oficio. Prefiere no hablar del futuro sino vivir el día a día, reivindicando que en un momento en que se habla tanto de economía circular, sostenibilidad y productos de proximidad, hay pocas cosas más sostenibles que una pieza bien hecha, con materiales locales, y con una durabilidad de décadas.