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Formentera no quiere morir de éxito

Desde hace años se controlan los fondeos para proteger la planta posidonia oceánica.

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La memoria del Consell Econòmic i Social de Balears (CES) del año 2020 pone de manifiesto lo que han sufrido las Pitiüses en el primer año de pandemia de coronavirus por su elevada dependencia del sector turístico en la economía. En este sentido, el peso del sector servicios en el total del Valor Agregado Bruto (VAB) pitiuso es el más elevado de las Islas, con un total del 71,1%. A esto hay que sumar que el gasto turístico fue en las Pitiüses del 24,6%, la caída más acusada de toda Balears. Tras conocer algunos de los resultados de esta memoria, el Consell de Formentera insiste al CES en la necesidad de separar los indicadores, de manera que se pueda obtener una foto fija más acertada de la realidad de Formentera, pero tienen claro que deben seguir en la línea de la sostenibilidad y conservacionismo del destino en la que llevan desde hace tiempo.

«El turismo cayó de manera radical y Formentera sufrió mucho en el sentido de que es la única industria que hay en la isla y es estacional; la embestida fue muy importante. Cuando por fin pudimos abrir, la temporada fue corta, pero intensa. Constatamos que no dependemos tanto del turismo extranjero por nuestro trabajo de haber diversificado el origen de nuestros visitantes, donde el turismo español ya coge una relevancia importante y el italiano baja respecto al dominio absoluto que tenía en los años 90 y 2000. Empezamos a ver los frutos de las políticas de promoción con más turistas franceses, más holandés o suizo, por ejemplo», explica Bartomeu Escandell, conseller de Hacienda de Formentera, quien afirma con seguridad que depender «excesivamente» de un único mercado turístico «pone al destino en riesgo».

ESTACIONALIDAD. Uno de los datos más impactantes del estudio del CES es el índice de estacionalidad, que se mide con trabajadores en alta en julio y en diciembre. En el caso de Formentera, en julio de 2020 había 5.795 trabajadores y en diciembre 2.595 empleados dados de alta en la Seguridad Social. «Esto nos arroja un índice de estacionalidad del 123% cuando en Mallorca, por ejemplo, es del 18%. Dependemos extraordinariamente de la temporada de verano; no hay excesiva actividad fuera de temporada», precisa Escandell. Con el objetivo de mitigar esta dependencia de la industria turística, la pitiusa sur lleva años potenciando el sector primario.

«Estamos trabajando muy duro en el sector primario de la isla en unos aspectos y objetivos muy concretos. Se trata de recuperar una actividad de toda la vida en la isla, tanto pesquera como agraria y ganadera. Después, esta actividad también cuida y mejora al paisaje lo que, a su vez, también agradecen los turistas cuando vienen y, por supuesto, los residentes porque incrementa la calidad de vida.

También otra vertiente de potenciar el sector primario es que suministra productos de alta calidad al mercado turístico, pero también al mercado local», expresa Escandell, quien afirma que con el esfuerzo de los últimos años «se está recuperando un sector que no puede competir con el turismo, pero sí complementarlo y nutrirlo de productos de calidad y dotar a la isla de un entorno más cuidado y atractivo tanto para el turista como el residente. Además, supone recuperar oficios tradicionales». Una de las aristas que se extrae de esta excesiva estacionalidad tiene que ver con la presión humana, de manera que en temporada alta en el primer año de pandemia «casi triplicamos la población».

«Formentera tiene inscritas a cerca de 14.000 personas en el padrón y en los meses fuertes de 2020 casi triplicamos esta cifra. Estamos hablando que era el primer año fuerte de pandemia, con lo que en 2019 o cuando se recupere la normalidad será cuatro veces más», explica Escandell, quien recuerda que ya han tomado decisiones para «mitigar los efectos de esta presión», como es la limitación de vehículos con el proyecto Formentera.eco y encaminar la isla «hacia un modelo de sostenibilidad y no crecimiento».

Entroncando con esta idea, uno de sus objetivos es reducir la estacionalidad turística y laboral alargando las temporadas: «Debemos tener temporadas más largas y con picos no tan fuertes en julio y agosto con la intención de que se reparta la presión humana más meses; hay que seguir trabajando en esta línea».

Con una renta per cápita media de 31.000 euros, que sitúan a esta isla entre las diez rentas per cápita más altas de toda Balears, Formentera cerró una buena temporada turística el año pasado. En especial, destacó el mes de octubre, que el sector reconoce que fue «excepcional»gracias a la programación de eventos en ese mes. Precisamente, la estrategia de promoción que siguen es organizar eventos en los extremos de principio y final de temporada.

«Formentera desde hace años apuesta por un turismo de más calidad, no hablo de lujo sino de calidad. Me refiero a un poder adquisitivo medio-alto y con altos índices de respeto a la isla. Un turismo familiar que sea respetuoso con el destino turístico al que va», explica Escandell. Y es que la pitiusa sur «ha luchado mucho para evitar el turismo joven de borrachera que había predominado en los años 90 con el turismo italiano y hemos cambiado hacia un turismo más familiar y respetuoso con el medio ambiente. Y aquí entra mucho el tema deportivo, nos hemos especializado en programación de eventos deportivos como la media maratón, el triatlón o carreras a nado. Apostamos por este tipo de turismo que tiene poder adquisitivo medio-alto y un respeto absoluto hacia el capital natural que tiene la isla de Formentera y su tranquilidad».

En este sentido, Escandell tiene claro que «no podemos ir a las ferias o promocionarnos como una isla tranquila, que respeta al medio ambiente y después, cuando vengan los turistas, encuentren otra cosa. Esto es pan para hoy y hambre para mañana». Por eso, trabajan en un modelo que capte turismo de calidad, con nivel adquisitivo medio-alto y que se integre en la manera de vivir y sentir Formentera, respetando su medio ambiente. «Huimos de los excesos, queremos una isla calmada donde la gente que venga tenga una estancia entre nosotros agradable y quiere repetir. De hecho, tenemos un gran índice de fidelización entre nuestros visitantes y esto dice mucho del modelo que ha escogido Formentera».

CAMINOS DIFERENTES. El responsable de Hacienda de la pitusa sur explica que han trazado un camino «completamente diferente al de Eivissa, que no es ni mejor ni peor, pero hemos querido diferenciarnos en un modelo turístico que sea perdurable en el tiempo, que no sea cortoplacista, sin excesos e intentando que la isla pueda acoger a todo aquel turista que sea consciente de a dónde viene, que es un sitio pequeño y frágil que hay que conservar; todo aquel turista que venga buscando otro tipo de ocio y diversión, pues hemos intentado que la isla no sea atractiva para ellos. Hemos creado una isla que sea productiva para las generaciones actuales, pero también para las venideras, con cuidado del paisaje, con un urbanismo muy controlado y un crecimiento estancado para proteger el modelo que hemos implantado en la isla y que está dando sus frutos».

Un camino que, según reconoce Escandell, a veces no es fácil ya que «entramos en controversia con otros destinos; cualquier agresión a Formentera en cuestión de masificación, de exceso de vehículos o de personas puede dañar lo que queremos en esta isla, que es un turismo completamente sostenible». Y es que abandonar este camino de sostenibilidad y turismo de calidad puede implicar que la isla muera de éxito. «Formentera corre el riesgo de morir de éxito si no ponemos las medidas necesarias para que la gente que viene a buscar lo que le hemos ofrecido lo encuentre. Podemos acabar muriendo de éxito y destrozando la isla y no es lo que queremos», concluye.

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