ENTREVISTA

Juan Mayorga: «Estamos tentados permanentemente a dominar a otros seres»

El dramaturgo y Premio Nacional estrena en el Teatre Principal d’Inca ‘La gran cacería’, obra que escribe y actúa

Juan Mayorga

El dramaturgo Juan Mayorga, que se sube al escenario del Principal d’Inca para ‘La gran cacería’ | Foto: FPA / IVÁN MARTÍNEZ

| Palma |

Juan Mayorga es de esos nombres que no requieren presentación, pero por las formalidades, aquí unos datos: escritor, dramaturgo, director teatral, Premio Nacional de Teatro y de Literatura Dramática, miembro de la Real Academia Española y, además, ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras. En realidad todo esto es solo el reflejo de quién es realmente Mayorga, una persona pausada, reflexiva, sensible y con un ojo no solo curioso, sino además una pluma crítica e incisiva. Esta tarde, a partir de las 20.00 horas, Mayorga estrena en el Teatre Principal d’Inca La gran cacería, una obra escrita e interpretada por él en la que aborda desde un barco que cruza el Mediterráneo los abismos de este mar tan nuestro.

¿Cómo surge esta obra?
—Nace de un insomnio. Viajaba en barco desde Sicilia al continente y antes de irme a dormir di una vuelta por cubierta y llegué a la zona asignada a las mascotas. Luego en mi camarote no podía dormir y mi cabeza se fue a una representación del Arca de Noé que había visto en la Catedral de Monreale y me empecé a preguntar dónde había visto otra representación similar, y fue en un mosaico de la Villa de Casale, en la que aparecen animales capturados en Asia y África que serían luego exhibidos en el imperio. Justo en ese momento, la voz del capitán nos invitó a participar en un simulacro de catástrofe, que no deja de ser un tipo de teatro, y pensé: ¡Qué situación tan teatral he vivido! Y al llegar a casa escribí.

Ese mosaico del que habla, titulado como la obra, habla sin hacerlo de cómo Europa extiende sus brazos para mantener su nivel de vida sin importar cómo afecte a otras zonas.
—Sin que yo pensara en ello al verlo, luego se me hizo claro que era un extraordinario documento del colonialismo. Walter Benjamin dice que no hay documento de cultura que no lo sea también de barbarie. Este es un ejemplo, porque es bellísimo el mosaico, pero también cuenta cómo Roma es capaz de llegar a cualquier rincón y traer sus bestias.

El Mediterráneo es un mar en el que todo cabe, lo bueno y lo malo, ¿qué impresión le da?
—El Mediterráneo es un espacio de una inmensa densidad narrativa. Todas las historias que se han contado o se contarán están ahí. Buena parte de lo que el ser humano ha podido entregar de bello al futuro está en este mar, pero también es un escenario de violencia y dominación, y de todo esto habla La gran cacería.

La obra parte de un insomnio y el Mediterráneo ha dado muchas noches sin dormir (escaramuzas piratas, guerras, rescates de migrantes). ¿Cuál es hoy la principal causa de insomnio que provoca este mar o se da en él?
—Menciono a Benjamin por segunda vez: cuando escribí la obra tenía una expresión suya escrita en una carta de los años 30 sobre la crisis de Europa. Decía: «¿Pero de verdad alguien puede dormir?». Ahora, con lo que está ocurriendo en muchos lugares, algunos muy cercanos, bañados por el Mediterráneo, es para que le quite el sueño a uno. Hay gente sufriendo y nos podemos preguntar por nuestra responsabilidad, por acción u omisión, porque sabemos que muchos que intentan huir de esto perecen en este mar.

Benjamin también decía que la naturaleza muestra huellas de la historia, de nuestra relación con ella, ¿se aborda en el texto?
—Sí, Benjamin decía que la técnica no debe ser nuestro órgano de dominio sobre la naturaleza, sino de relación con ella. Eso pasa por entender que somos parte de ella y que dominarla acaba en una dominación del ser humano por el propio ser humano. Creo que somos desiguales por fuerza y estamos permanentemente tentados para dominar a otros seres humanos o animales.

En esta pieza no solo escribe, también actúa, ¿cómo se ve el teatro sobre el escenario?
—Esto fue una indagación compartida con Teatro del Barrio, a mi parecer uno de los más interesantes de España, y en cierto momento nos ha parecido útil dar otro paso que es el de recitar el texto acompañado de la mirada de Luz Arcas, coreógrafa. En absoluto me caracterizo como actor, por quienes siempre he tenido un enorme respeto y ahora más. Lo que hago es presentar el texto, y lo estoy gozando desde la humildad.

¿Cree que el teatro sigue siendo libre para decir lo que sea?
—El teatro es extraordinariamente poderoso precisamente por su simplicidad. En La gran cacería se expresa porque la condición de posibilidad que requiere la obra es un ser humano que quiera contar algo y que tenga algo de elocuencia para hacerlo y un espectador cómplice que complete con su imaginación lo que acaso el material no va a dar. Esto lo hace un lugar muy poderoso porque es independiente a las condiciones materiales y económicas y por tanto le da una gran capacidad de reaccionar y, por qué no decirlo, decir la verdad. Tengo mucha fe en la capacidad del teatro para representar discursos que no se harán en otros sitios.

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