En las calles de Son Gotleu, al este de Palma, creció Daniel Heredia Vidal, conocido mundialmente como Rels B. Lo que para muchos es uno de los barrios más conflictivos de la isla, para el artista fue el escenario de una infancia difícil, pero también el lugar donde se forjaron su carácter, su sensibilidad social y su identidad musical. Con apenas 15 años se marchó de casa por problemas familiares y comenzó a ganarse la vida trabajando de camarero y peón de albañil, hasta que el rap y la producción musical se convirtieron en su salvación.
Son Gotleu es hoy una de las zonas más estigmatizadas de Palma. Sus calles acogen a una población diversa —de origen africano, latinoamericano, árabe, gitano y europeo del Este— pero también una larga lista de problemas crónicos: tráfico de drogas, incivismo, pisos ocupados, pobreza estructural y abandono institucional. Las asociaciones vecinales llevan años reclamando una intervención integral que combine servicios sociales, vivienda y seguridad, pero lo que más abunda es la sensación de olvido.
Aun así, el barrio no es solo conflicto. También es un mosaico de culturas, solidaridad y resistencia. Entidades como Médicos del Mundo o Cruz Roja trabajan en la zona para ofrecer atención sanitaria y apoyo a los vecinos, especialmente a los más jóvenes. Muchos de ellos ven en Rels B un referente: alguien que salió del mismo entorno y logró proyectarse al mundo. Sus letras hablan de lucha, de calle y de identidad, y nunca ocultan su procedencia.
En mayo de 2025, el artista sorprendía a sus seguidores al celebrar su boda en la isla y adquirir una casa para él y otra para su madre en Mallorca, muy cerca de su antiguo barrio. El gesto fue entendido por muchos como una forma de reconciliación y tributo a sus raíces. Lejos de esconder sus orígenes, Rels B los ha convertido en parte esencial de su narrativa y su estética.
El próximo 28 de junio, ofrecerá un concierto en Son Moix, con motivo de su gira internacional, en el que será uno de los mayores celebrados en la Isla. Para muchos, será también un simbólico regreso a casa. Y aunque Son Gotleu no salga en los folletos turísticos, será imposible no pensar en sus calles cuando suenen los versos de quien nació entre ellas y supo convertir el ruido en música.
El premio debería ser para el autotune