LITERATURA

Joan Llinàs Cuadros: «Si has crecido en el paseo marítimo de Cala Millor los guiris son parte del mobiliario»

El autor se embarca en una gira de presentaciones de su libro ‘Hotel Universal’, que arranca el día 31 en Món de Llibres (Manacor)

Joan Llinàs Cuadros

Joan Llinàs Cuadros es profesor de Filosofía. 'Hotel Universal' es su primer libro | Foto: T.Ayuga

| Palma |

Las toallas invaden un campo de rostoll. El perfume de las cremas solares se entremezcla con el de los pinos y las cigarras firman la banda sonora. Los veraneantes se amontonan, abarrotan la escena. Leen, charlan, algunos niños juegan con sus flotadores. Esta es la estampa que da la bienvenida al lector de Hotel Universal (La Magrana), el primer libro de Joan Llinàs Cuadros (Cala Bona, 1985). Una imagen de Mateu Bennàssar que, en un solo vistazo, remite a Rostoll cremat, obra de Toni Gomila y Oriol Broggi que se estrenó en 2023 en el Teatre Principal de Palma. La gira de presentaciones comenzará el próximo viernes 31 de mayo en Món de Llibres de Manacor y, al día siguiente, en la Fira del Llibre de Palma. El 5 de junio será en el Espai Mallorca de Barcelona y, a finales de junio, en Son Servera, que precisamente configura el paisaje de este debut.

Nunca una portada había sido tan representativa de lo que el lector encontrará dentro.
—Me gusta mucho porque la imagen que se muestra es una mezcla de las dos Mallorcas: la antigua, la rural, y la del turismo, moderna. La idea que atraviesa todo el libro es la colisión de esos dos mundos. Normalmente, cuando se habla de turismo y de esa Mallorca clásica y rural, se concibe como si el turismo viniera a suplir la cultura mallorquina, pero esta novela pretende demostrar que no se elimina, sino que conviven. Es decir, no hay una sustitución de la una por la otra.

Pero es una convivencia un tanto hostil...
—Sí, la colisión de ambas cosmovisiones provoca una convivencia tensa. Por eso me gustaba tanto la portada, porque aparece lo antiguo y lo nuevo. Luego, las consecuencias son muchas, algunas son positivas y otras implican problemas.

El libro arranca con una reflexión sobre los viajes. Viajar nunca había sido tan fácil, tan barato, pero ¿por qué cree que hay esa ansia de viajar por todo el mundo?
—La industria turística ha evolucionado muchísimo, se ha democratizado y, en consecuencia, se ha producido un abaratamiento y una estandarización de la experiencia. A partir de ahí se genera una fantasía que vender en el mercado del mundo y, para ello, se necesita reducir el mensaje, para que todo sea lo más impactante posible. Lo primero que se vende es lo que el turista experimentará cuando venga a Mallorca y eso ya empezó en las postales de los años setenta.

En este sentido, esta portada podría funcionar como una suerte de ‘contrapostal’.
—Efectivamente. Y esa fantasía ya se encuentra por todas las ferias turísticas, en las fotos del aeropuerto o en Instagram. Así, cuando alguien viene, sabe a lo que viene. Y, sin embargo, lógicamente no es lo que se encuentra. Por eso hablo de fantasía, porque es una imagen idealizada de lo que serán las vacaciones en Mallorca y por ello los personajes del libro van mostrando que no es así, que viajar al final es otra cosa. Pero lo hemos hecho muy bien.

Portada del libro de relatos de Joan Llinàs Cuadros.

¿Tan bien que moriremos de éxito?
—Depende de la perspectiva. Si te sitúas en una posición más conservadora y liberal, sí es un éxito. En cambio, el más progresista y de izquierdas dirá que no. Fíjese que el concepto ‘balearización’ se usa en todo el mundo. Es un término que apela al rápido crecimiento económico de una zona concreta y que tiene consecuencias negativas para la conservación de la cultura. La primera vez que se experimentó en el mundo este crecimiento económico fue en Mallorca, en los cincuenta. Por eso somos expertos, somos los que más sabemos de esto.

Pero en estos relatos no se posiciona claramente a favor o en contra del turismo.
—Es que no quiero caer en ningún discurso. Creo que la literatura permite ir más allá de los discursos ideológicos y mostrar cómo fenómenos tan complejos tienen distintas aristas y puntos de vista. Escribir relatos o hacer un ensayo sobre esto te ofrece la posibilidad de ver el fenómeno desde arriba y comprobar que está compuesto de diferentes verdades, muchas de ellas contradictorias.

Sabe de lo que habla...
—Mi abuela vino de Suiza, fue una de las primeras guías turísticas que hubo. Se enamoró de mi abuelo, un mallorquín de toda la vida. Juntos montaron un hotelito en Cala Millor, que precisamente se llamaba Hotel Universal. Es de ahí que nace este libro. Cuando veo los puntos de vista de ellos dos y me cuentan cómo empezó todo, cuando el turismo era algo digno, humano y generoso, cuando incluso comían juntos y les enseñaban los oficios de aquí, la cocina mallorquina... Era un turismo centrado en conocer el territorio y la gente de allí. Es algo que se tendría que reivindicar.

Eso todavía debe existir hoy, aunque se ha convertido en turismo de lujo.
—Sí, pero es que ya se ha compartimentado esa fantasía. Como dice, buscar lo auténtico se ha convertido en turismo de lujo. Los turistas se sentaban en la mesa con los mallorquines de toda la vida que los acogían.

Parece que habla de la prehistoria...
—Pero eso era el turismo e hizo que muchos mallorquines abrieran su mente. Mi abuela dominaba siete idiomas y hablaba un mallorquín perfecto, pero costó mucho que la consideraran ‘de los nuestros’. Pero aprendió a cocinar platos típicos de aquí y ya está. Lo consiguió. En los inicios, el turismo era así, era algo muy romántico, aunque no se trata tampoco de romantizar. Y fue creciendo, industrializándose, con el monopolio de las grandes compañías y el mercado lo ha convertido en una despersonalización absoluta. Los clientes ni saben dónde están, no saben ni que aquí hablamos mallorquín; vienen justo por esa fantasía que decía.

¿Se puede volver a ese turismo primigenio?
—Ojalá. Pero, como mínimo, podríamos reflexionar sobre el turismo, sin hacerlo solamente desde la crítica o el ensalzamiento, como si fuera lo único que tenemos. Las instituciones deberían ayudar interesarse más por la cultura y no tanto por los números. Como comentaba, la ficción nos permite ver esas verdades contradictorias. Para quien se enamora de una extranjera, el turismo es una cosa; para el que no puede pagar el alquiler, es otra cosa. El turismo, dentro de poco, será una forma de vegetarianismo, es decir, la gente tomará consciencia de lo que implica. Así como nos sorprende que los griegos fueran esclavistas, nos preguntaremos cómo puede ser que comiéramos carne.

¿Cómo vivió y vive el turismo?
—Si has crecido en el paseo marítimo de Cala Millor te das cuenta que, para los niños, los guiris eran parte del mobiliario. Luego llega un momento, con quince años, que empiezas a ver con otros otros las primeras extranjeras del boom, ves que tienen nombre, una vida. Todos los amigos empiezan a trabajar en hoteles y de golpe algo se te ilumina: te das cuenta de la importancia que tiene. Por eso ves las consecuencias negativas, el impacto que tiene en cuento a la vivienda, a la destrucción del paisaje y el territorio... Y lo vives todo con una gran contradicción. Mi abuela es suiza, mis mejores amigos son de Extremadura...

La fantasía de los mallorquines es ir, por ejemplo, a Cala Tuent y que no haya turistas. También soñamos.
—(Risas). Todo sistema genera una fantasía y una cultura, y la cultura es cómo vemos el mundo. Antes, quien heredaba un terreno al lado del mar lo repudiaba, porque eran tierras que no servían para cultivar. Ahora es al revés. Somos susceptibles de las fantasías, nos configuran, es normal. Pero, al menos, démonos cuenta, tomemos cierta distancia: veo el mar, estoy en la playa, en mi toalla, sé que eso es lo que el sistema dice que está bien, que es lo que hace un trabajador en su día libre... ser consciente de tu posición te permite ver todo de otra manera. Hay una imagen muy potente que me contó un amigo mío de Menorca que dice mucho de todo esto.

¿Cuál?
—Vio a una mujer de una empresa de limpieza que iba con el carrito repleto de sábanas por las calles del pueblo, iba de una casa a otra.

2 comentarios

user Sonroca | Hace un mes

La expresión “los guiris son parte del mobiliario” es muy desafortunada, e impropia de alguien supuestamente del ámbito cultural…

Miris on miris, tot són guiris Miris on miris, tot són guiris | Hace un mes

Cala Millor és un érror que s'ha d'arreglar a base de tomar la primera línea construïda damunt l'arena. Ben igual que platja de Palma, platges de Muro i tants d'altres.

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